Revaloremos la humanidad

Cristóbal León Campos: Revaloremos la humanidad

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La desvaloración de la vida y la repercusión que tiene este hecho en la sociedad pareciera haberse trivializado desde hace un tiempo, la normalización de la violencia sistémica y la aguda situación que continúa por la pandemia de Covid-19 en el mundo después de registrarse más de 4 millones y medio de fallecimientos, entre otras situaciones actuales, nos conducen a la necesidad de cuestionar las razones por las cuales hemos dejado en muchos casos de sorprendernos o siquiera lamentarnos por lo trágico de la realidad. 

La insensibilización que conlleva la normalización de la violencia sistémica con todas sus manifestaciones nos ha dividido en extremo, exacerbando el principio capitalista del individualismo, la lucha por la sobrevivencia enaltecida como el “camino al éxito” y presentada con eufemismo relativistas e insustanciales que llaman a las personas a ver por sí mismas olvidando a los demás seres humanos, ha logrado en buena parte que la enajenación y la cosificación del ser humano se extienda, la fragmentación procurada por el sistema nos aleja de nuestra naturaleza social y colectiva, rompiendo con los principios y valores que nos han cohesionado a lo largo de la historia, la competencia como aforismo promueve el desprendimiento de los sentidos y sentimientos que poseemos y que nos unen a los demás, la mercantilización de la existencia nos hace objetos consumibles y desprovistos de todo rasgo humano. 

La precaria condición de millones de seres humanos es una de las diversas formas de desvaloración de la vida que el capitalismo genera, la explotación laboral del proletariado y de los sectores populares sujetos mediante mecanismos de opresión económica y socio-cultural es el principio fundamental que sustenta este sistema, el despojo de la riqueza y de los valores producidos por el trabajo es la forma más pura de la violencia sistémica, en ella tiene origen y explicación la desigualdad que hoy presenciamos en nuestra sociedades, y es justo esa condición la que buscan perpetuar quienes se benefician de la pirámide constituida a partir de formas violentas de sometimiento, por ello es necesario para mantener el status quo el individualismo y la insensibilización del pesar humano, pues de esa forma se mantiene y profundiza la división social y se evita el desarrollo de la conciencia colectiva y de clase. 

Únicamente podremos reivindicar nuestros derechos y necesidades humanas cuando retomemos la colectividad y reforcemos la unión entre los desposeídos y desposeídas, es decir, solamente podremos revalorar la vida humana en plenitud, si eliminamos las razones estructurales y sistémicas que nos mantienen en condiciones precarias y nos enfrentan a las formas violentas que protegen el interés del sistema. La enajenación y la cosificación son resultado en parte de la mercantilización de la vida humana y de los procesos productivos que nos despojan de la esencia misma del ser, además, la idealización del ser en cuanto a la posesión material de bienes y el consumismo como estilo de vida, son otros de los factores de la fragmentación social y de las crisis personales y colectivas que nos laceran cada vez más. 

La crisis de humanidad tendrá solución cuando dejemos atrás las formas opresivas estructurales y demos paso a la revalorización del Ser en tanto sujeto productivo, intelectual y sensible. La realización completa de la humanidad se encuentra en una nueva lógica sin oprimidos ni opresores.

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