La memoria y nuestra identidad
Cristóbal León Campos: La memoria y nuestra identidad
La memoria contribuye a conformar la identidad colectiva e individual de las sociedades, naciones y personas, es esencial a la hora de definirnos y proyectar aquello que consideramos debemos alcanzar o llevar a cabo, aunque en muchas ocasiones no seamos consientes de su importancia y del papel fundamental que juega en estas definiciones y demarcaciones identitarias.
Las clases y grupos sociales de los diversos países y naciones han conformado su identidad a partir de una serie de rasgos comunes que los aglutinan y generan cohesión entre los individuos que las conforman, y así mismo cada uno de los seres humanos que formamos parte de algunas de esas colectividades tenemos de manera particular rasgos que nos identifican y producen la definición de nosotros mismos a lo largo de nuestras vidas, resultando que como elemento común entre las identidades sociales y las individuales la historia sirve de instrumento definitorio, por ser en ella donde ocurre el proceso de conformación de los caracteres que posteriormente darán sentido a las representaciones simbólicas y materiales que describen a cada uno de los entes señalados.
Al ser la memoria resultado del actuar humano, tiene como característica principal su construcción en permanente desarrollo, es decir, no es estática, si no que permanece en un proceso interminable de configuración, en el cual los cambios continuos hacen evolucionar la identidad individual y social, es por ello que a lo largo de la historia puede rastrearse la transformación de las identidades, sus valores, rasgos culturales preferentes y las representaciones materiales y simbólicas que las definen. Esto último explica las diferencias que en términos generacionales se presentan a la hora de estudiar o nombrar las prácticas culturales y sociales que cada una de ellas realiza o realizó, pudiéndose presentar rupturas significativas de una a otras, así como grandes continuidades que las conectan y definen.
En el caso individual, cada uno de nosotros puede notar al realizar un ejercicio autocrítico de su ser, los cambios-continuidades que presenta en cuanto a valores, pensamientos y formas de relacionarse con el entorno social al que se pertenece. Las transformaciones que se evidencian son el resultado de nuestro pasado y la relación que mantenemos con él, sea de forma consciente o inconsciente se reflejan en nuestro psique, además de que el contexto sociocultural y económico repercute en la conformación de nuestra identidad y en nuestra aceptación a ella.
Historia y memoria no son sinónimos aunque suela equiparárseles, pues es a lo largo del proceso histórico colectivo-individual cuando se desarrolla la memoria, siendo de suma importancia reconocer las diversas definiciones y usos que de ella se hacen, ya que no responde al mismo significado al momento de ser usada para el análisis psicológico, histórico, antropológico o para fines políticos e ideológicos. Los matices y fines son imprescindibles para dar sentido a las variadas maneras de entender la memoria, su importancia y su valor en la conformación de la esencia que caracteriza a las colectividades y a los individuos, pero lo que también es innegable, es que la memoria debe ser valorada y conservada en cuanto hecho social e histórico que contribuye a explicar las personalidades al igual que a las colectividades. No se trata de petrificarla, si no de otorgarle su lugar primordial en la existencia humana.