Reaprendiendo a amar
Cristóbal León Campos: Reaprendiendo a amar
La efeméride de hoy invita a la reflexión y sin caer en la mercantilización de los sentimientos, es justo de vez en vez, reconocer la importancia que el amor y la amistad tienen en nuestras vidas, y si bien creo que la amistad puede llegar a ser una de las expresiones mayores de los sentimientos, también conozco y reconozco la belleza de las emociones que nos invaden cuando la pasión y la atracción se despiertan por otro ser humano y, si además se conjuga la intimidad de las almas, se alcanza un nivel aún más elevado de la existencia compartida.
La literatura universal está plagada de infinitas páginas dedicadas a describir y exaltar la pasión, la traición, la alegría, la lujuria, el llanto, el dolor, la ilusión y el infortunio, estos y otros elementos vinculados a las relaciones humanas, tanto de pareja como de amistad o familia. Las diversas miradas que a lo largo de los siglos se han plasmado muestran el devenir de lo que se ha entendido sobre estos temas y las formas en que se ha manifestado su materialización, pero, también, de unas décadas para estos días, el cuestionamiento del deber ser respecto al amor circundante a la mujer y al hombre se ha puesto en entredicho, saliendo a la luz nuevas y variadas maneras de amar, establecer relaciones de amistad y de vivir en familia o pareja.
Todos y todas compartimos una diversidad de conceptos y actitudes prácticas heredadas de las generaciones que nos anteceden en cada una de las sociedades a las que pertenecemos, particularmente las relacionadas al llamado “amor romántico”, este, vinculado directamente con formas opresivas de la cultura machista y la estructura de las sociedades patriarcales, que mediante expresiones de “amor” por el otro ser (principalmente hablando de los hombres hacia las mujeres), llevan a cabo prácticas de dominación y sometimiento, convirtiendo a lo que se entiende por “romántico” en reproducciones de un sistema de poder que generalmente violenta y sojuzga a la mujer o a la diversidad, desvirtuando todo sentimiento positivo o sincero que pudiera entremezclarse. No siempre acontece lo anterior de forma consciente, aunque no debe obviarse que estas prácticas suelen estar asociadas al deseo de poseer al otro ser, negándole su libertad y su autonomía afectiva, intelectual y física.
Amar no se refiere únicamente a nuestras parejas, aunque a veces reducimos este sentimiento-concepto a esta premisa, los padres aman a sus hijos y viceversa, así como llegamos a amar aquellos amigos y/o amigas que trascienden las coyunturas de nuestras vidas, la actual crítica del “amor romántico” busca justamente resinificar todas sus manifestaciones, sean verbales, psicológicas, físicas o de cualquier otro tipo, el cuestionamiento responde a la necesidad que tenemos los seres humanos de reaprender el quehacer amoroso, interiorizando un diálogo con nosotros mismos y con los otros (parejas, amigos, familiares, etc.) para alcanzar una plenitud que rompa las formas pretéritas que sirven y sirvieron para dominar, violentar y oprimir.
Cada día reaprendemos a amar, por ello y a pesar de que esta efeméride tiene lógica comercial, creo que partiendo de la deconstrucción de las formas del saber y del quehacer social, podemos usarla para alzar la voz a favor del amor puro, libre y sin cadenas; ya que la única manera de amar verdaderamente es hacerlo en plenitud de la consciencia y de la libertad.