Don Martiniano, un año atrás
Cristóbal León Campos: Don Martiniano, un año atrás.
Recuerden que el tirano prevalece porque se
alimenta del miedo de sus sometidos
Martiniano Alcocer
Un año atrás falleció don Martiniano Alcocer Álvarez, destacado periodista yucateco, distinguido por su pasión hacia las letras, la historia, el idioma castellano y la cultura. Su legado sigue vigente en espacios como éste, pues fue él quien buscó abrir las puertas a un importante grupo de hombres y mujeres de intereses diversos, pero unidos por “El poder de la pluma”, tal y como hasta ahora se intitulan estas páginas de Novedades Yucatán.
Quienes lo conocimos -mucho o poco- no podemos hablar de él sin dejar de mencionar su honorable conducta siempre en trato y forma, su desvelado interés por hacer de su trabajo la mejor carta de presentación y por animar a jóvenes y adultos a valorarse y valorar la utilidad e importancia de la cultura, sobre todo de la escritura, algo que puede atestiguarse al mirar la lista de colaboradoras y colaboradores que a diario comparten sus ideas, emociones, ideologías y demás en este espacio que ahora usted –amable lector-lectora- disfruta.
A don Martiniano lo conocí primero a través de las menciones que de él realizaban compañeros y compañeras de la universidad, amigos y amigas que por la cercanía que tuvieron, hoy lo recuerdan con gran afecto y admiración, así también por las referencias de algunos de mis profesores, quienes al hablar de los hechos cotidianos recurrían a las notas que publicaba, estuvieran a favor o en contra de sus posturas, nadie puede negar que era una referencia en el periodismo de Yucatán.
Un tiempo después, habiendo incursionado en el ámbito cultural, lo conocí en persona, con los años el trato fue un poco más frecuente, llegando en diversas ocasiones a colaborar en la realización de foros, exposiciones o alguna edición, particularmente recuerdo las jornadas que dedicamos a la vida y obra del escritor y político vallisoletano José Inés Novelo, un personaje al que se había acercado justamente por esa gran pasión suya hacia las letras y la historia.
No puedo decir que fuimos amigos íntimos, pero sí puedo asegurar sin ninguna duda que siempre recibí de él el mejor de los tratos y que en las diferentes pláticas que sostuvimos su palabra amena, amable y entusiasta, acompañó sus deferencias cargadas de integridad. Nuestros encuentros fueron intermitentes y fructíferos en cada ocasión, andamos caminos paralelos, a veces desde posturas divergentes, mas nunca faltó integridad y humildad, algo que hoy tantos olvidan.
La vida y sus vueltas hicieron que durante el último año de su vida nos convirtiéramos en compañeros de trabajo, incluso, fue él quien hiló el tejido que me permitió comenzar a laborar en esta casa editorial, un gesto que nunca olvidaré, pues yo venía –en plena pandemia- de haber sido despojado de mi trabajo y mis derechos. Don Martiniano me tendió las manos cuando otras prefirieron retirarse, una de esas paradojas de la vida, pero que sin titubeo agradezco. Cuando la enfermedad le impidió continuar con su gran pasión -el periodismo- y su camino alcanzó el final terrenal, un vacío quedó en quienes le conocimos.
Hoy, la continuación de estas planas es un homenaje a su legado, cada día buscamos honrarlo ejerciendo “El poder de la pluma”.