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El abogado del diablo (en latín, Advocatus Diaboli) es una expresión surgida en los pasillos del Vaticano, con la que se referían a la figura nombrada por el papa -establecida por Sixto V, en 1587, y desaparecida por Juan Pablo II, en 1983- que fungía como objetor contra aquellos que pretendían beatificar o santificar a algún personaje. Robándome este concepto eclesiástico, me he autoproclamado y consiguientemente asumido el nombramiento imaginario de “el economista del diablo” para el asunto relacionado con el exceso de masa monetaria en EU, su impacto en la inflación y su redireccionamiento al mercado accionario.

Durante la semana, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el paquete del plan de estímulos económicos de Biden, por la suma de 1.9 billones de dólares, aunado a los gigantescos apoyos otorgados durante la administración de Trump y los recortes a las tasas de interés hasta el punto de .25 % por parte de la Reserva Federal (FED) y las compras de bonos, además subsidios directos por $1,400, traspasos de desempleo semanal de $400, asignaciones anuales por hijo de $3,600 y miles de millones de dólares para los gobiernos locales, escuelas, etc.; así han inundado el mundo con dólares, adicionado a la propuesta de incrementar el salario mínimo de $7.25 a 15 dólares por hora, escalonadamente durante el periodo presidencial -promesa negociada con los socialistas del partido demócrata-. En este contexto, Jerome Powel, presidente de la FED, ha salido a apoyar la reactivación económica a través de las políticas expansivas.

Con el Covid-19, casi toda la población del mundo entró en pánico -más la anglosajona que es muy temerosa- y su percepción de seguridad se modificó, lo que ha ocasionado una reflexión colectiva con la pregunta: ¿de qué voy a sobrevivir mañana? Respuesta que induce a consumir en menor cuantía, aunado a políticas empresariales de home office, y las de protección personal como evitar asistir a eventos masivos, restaurantes y otras de falsas necesidades construidas durante muchos años, situación que restringe todavía más los gastos.

Esa nueva normalidad para la clase media estadounidense, todavía no expulsada del mercado laboral, que termina el mes con excedente dinerario, debe buscarle un destino y el camino natural de ese flujo monetario ha sido la bolsa de valores, en el mercado accionario -a través de apps como Robinhood Financial, que no cobra comisiones para operar-, y redes sociales, con chats “especializados” en el tema.

Por otro lado, Milton Friedman -premio nobel 1976- asegura que la inflación o deflación es exclusivamente un fenómeno monetario (modificación de la cantidad de dinero). Por ahora el consumo (variable real) se ha reducido y por lo consiguiente la velocidad de circulación del dinero, lo mismo que el producto nacional, así que solamente les queda aumentar cantidad de dinero para impulsar el producto nacional. Considero que, por ahora, Wall Stret está sirviéndole al sistema como válvula antiinflacionaria (esterilización monetaria interna), que tarde o tempano se desinflará y transmitirá sus efectos al mundo.

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