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Hace unos días la sociedad mexicana y centroamericana vio a través de las “benditas redes” el asesinato de la migrante y refugiada salvadoreña, Victoria Salazar, a manos de la policía, en el municipio de Tulum, Quintana Roo. Ella era una mujer humilde que buscaba una mejor vida que no podía lograr en El Salvador. Recordemos que este país que fue destruido por las guerras civiles, acontecidas en casi toda Centroamérica durante el periodo 1960 hasta 1996, y de las que los estadounidenses fueron participes, proporcionando el armamento a los gobiernos gorilas amigos suyos, para el exterminio de comunidades indígenas, situación que llevó a la región a sumirse en la espiral de pobreza que padecen, sin embargo, de manera paradójica los más afectados tratan de resolver su problema emigrando al país cuyo gobierno fue el gestor de su desgracia.

El dolor que sufren estos seres humanos quedó a la luz del mundo, también la hipocresía de algunos segmentos de la población mexicana, con sus actitudes racistas; pero a la sombra, se pretende esconder los efectos de la desastrosa política en materia de migración de las administraciones federales mexicanas, sin importar el partido que gobierne, que siempre se han portado dóciles ante las exigencias estadounidenses. Por parte del vecino del norte, no importa si son republicanos o demócratas, el discurso cambia, la rudeza administrativa es la misma.

Centroamérica tanto como México, son una enorme fábrica maquiladora, pero de pobres; la migración de los centroamericanos hacia lo que hoy es nuestro país es de tiempos inmemorables, desde mucho antes de la llegada de los españoles, incluso la formalización de la línea divisoria a acordada entre el gobierno mexicano y el guatemalteco, en 1882, no impidió el fenómeno, esa línea imaginaria no existe para las comunidades mayas de ambos lados de la frontera; que siguen comerciando de manera natural y asistiendo a las fiestas de los pueblos de un lado u otro de la frontera y por lo consiguiente con el mantenimiento de sus lazos familiares resultantes, esta dinámica social se reproduce hasta llegar a Panamá, mientras que hacia el norte el mismo fenómeno se multiplica, con mayor dificultad, entre los estados fronterizos de México y Estados Unidos; todavía hasta principios del siglo XX, los Apaches, Comanches y Navajos desconocían la existencia de la frontera mexicoamericana, y la cruzaban sin ningún problema.

En mi opinión pronto tendrá que cambiar la política xenófoba estadounidense y por lo consiguiente también la de los mexicanos “puros”; el motivo de su desgracia racial será producto de la nueva guerra fría -con énfasis económico, comercial y tecnológico- que Estados Unidos está llevando a cabo contra China, en el sentido de sacar sus inversiones de ese país asiático y regresarlas a su territorio, y países que conforman el T MEC, entonces requerirán de abundante mano de obra barata para competir con el gigante asiático, también influye que mientras el dólar siga siendo la principal moneda de reserva internacional, tendrá un valor superior a las demás y la gente irá en su búsqueda: los empresarios lo hacen negociando, los ricos a través de la bolsas de valores, mientras los pobres lo logran como lo saben hacer, ¡trabajando!

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