El darnos cuenta
El poder de la pluma
Uno de los temas de la maestría en psicoterapia que me encuentro cursando fue justamente el “darse cuenta” en la psicología de Gestalt. Para quienes son psicólogos no creo que resulte muy complicado hablar ni entender este tema, pero para quienes somos legos en ello es interesante “filosofar” y descubrir situaciones que ya teníamos enfrente pero a la vez ignorábamos. El darse cuenta es el proceso, dentro de la psicología, que determina el momento más relevante de la terapia Gestalt, en donde el paciente genera un contacto con él mismo y su entorno comprendiendo una situación personal tan profunda que a veces, sin la terapia, no se hubiera dado cuenta.
Durante las psicoterapias, los pacientes también pueden expresar resistencias que en lenguaje coloquial llamamos bloqueos. Esas acciones o comentarios que generamos para defendernos de la llegada de frases o sucesos que nos hacen abrir nuestro pensamiento a zonas internas que nos causan incomodidad o miedo. Una resistencia es la protección que ponemos al empezar a darnos cuenta.
Ahora bien, todo lo anteriormente mencionado podemos sacarlo de la consulta de psicología y extrapolarlo a nuestra vida diaria: el pensamiento humano va con nosotros a todas partes y en ese camino podemos llegar a abrir la mente para conocer cosas nuevas e incluso, aunque de manera difícil pero no imposible, podemos conocernos a nosotros mismos.
En la vida, vamos cargando con resistencias que nos cierran a todo aquello que hemos aprendido o aquellas acciones que estamos tomando que no son correctas. Esos bloqueos son nuestra justificación al cambio, la manera de evitar mirar nuestra equivocación e incluso la forma en la que no aceptamos que alguien a quien amamos puede estar mal. Cerramos nuestra mente con justificaciones durante un regaño, nos hacemos de la vista gorda de nuestro interior. Ignoramos o realmente no escuchamos lo que las personas nos dicen durante una discusión y, luego de ella, no nos ponemos a reflexionar sobre si realmente actuamos mal y, si lo hacemos, vamos constantemente justificandonos o aclarando, dentro de nosotros, que el otro estaba equivocado, todo bajo nuestro enojo.
Bloqueos que anteponemos hay muchos, desde ignorar o cambiar el tema, justificarnos y echar la culpa. Si logramos vencer más seguido todas esas resistencias podríamos darnos cuenta de aquellas fallas que tenemos y a las que usualmente mal catalogamos como “así soy” o no puedo cambiar.
Darnos cuenta nos exige mucho, tiende a ser doloroso, cansado pero necesario. Es la única manera que tenemos para cambiar malos hábitos, para mejorar constantemente e incluso poder hacer feliz a alguien que queremos pero lastimamos constantemente. Darse cuenta es también una magia que nos pone obstáculos pero también nos brinda herramientas para saltarlos. Usemos la reflexión como una guía y sin duda con ello venceremos nuestros bloqueos y, si se nos complica, acudamos con un terapeuta, son expertos en ayudar a comprendernos