¿Por qué se apareció?
El poder de la pluma
Les escribo lleno de alegría desde las frías montañas de México mientras me encuentro junto con mi abuelo Fernando Ojeda Llanes, mi hermano Daniel y mis primos Fernando, Gerardo y Ricardo, que, con mucho interés y tras bastante tiempo de estudio, acudimos a una investigación de campo tras las pistas de un nuevo milagro guadalupano.
Hace dos días, durante nuestro viaje de investigación, estuvimos en la Basílica, llena de gente en esta semana previa a su festejo, personas alegres y agradecidas, celebrando su aparición y muchas veces sin saber el porqué. Resulta que tenemos un país guadalupano, millones de católicos que acuden a la Basílica, que son antorchistas, que van a misa el 12 de diciembre y hacen novenas diciendo que aman a la Virgen de Guadalupe pero ni siquiera la conocen. Resulta que lo poco que sabemos de Ella es que se apareció en el Tepeyac y que pidió que le construyan un templo en aquel cerro, o al menos, algo así dice una canción que todos muy bien conocemos, sin embargo, esto es mentira, está equivocado. La mayoría de los católicos, incluyendo a los sacerdotes, desconocen la razón de la aparición, la cual sin duda es más profunda que lo que en cuatrocientas palabras puedo explicar.
Para entender las apariciones en su totalidad se requiere aprender de historia, matemáticas, ciencia en general. María vino a México en un momento de dolor en donde un pueblo era devastado por enfermedades, violadores y asesinos de otro continente, bajo la premisa de que los indios no eran seres humanos al no estar bautizados. Justamente, estos mismos españoles les traían a un Dios que decían que era el verdadero pero mataban en su nombre. Predicaban el amor pero incluso a los monjes y sacerdotes los perseguían y mataban al grado de que el obispo de aquel entonces, Fray Juan de Zumárraga, con tristeza le escribió al rey de España diciendo: “Si Dios no provee un remedio de su mano, está la tierra a punto de perderse totalmente”, y después de ello excomulgaron a la primera audiencia y abandonaron la Ciudad de México. Para los mexicas, ese nuevo Dios que les presentaban también los estaba abandonando, pero fue en esas fechas donde la gran señal con Cristo en su vientre se aparece trayendo esa “magia del amor” que convierte a los indios al cristianismo, 9 millones en 10 años, según fray Toribio de Motolinía.
En una de sus apariciones dice que sí quiere una casita, pero no para ella, sino para “poder dar a luz al único Dios por quien se vive”, vino a México a decirnos que no estamos solos, que nos trae a su único hijo, que no tengamos miedo, pues no es nada lo que nos espanta, lo que nos aflige, si pudiéramos conocer el gran don de Dios… Ella lo dejó en claro “¿No estoy yo aquí que tengo la dicha y el honor de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y mi resguardo en el cruce de mis brazos, en el hueco de mi manto? ¿Qué más puedes querer?”.