|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Vaya que nuestro México es tan variopinto, con sus múltiples expresiones, colores y sabores. Somos tan diversos y ricos que sin duda sobresalimos entre cualquiera de los países y mucho más entre los de habla hispana que miran con asombro cada una de nuestras ocurrencias, palabras y frases y que incluso han llegado a “copiar”. Tales como “chido”, “wey”, pero ninguna ha dado tanto la vuelta al globo como la popular frase “qué padre” para referirnos a algo asombroso o maravilloso. Pero claro que tenía que ser así, pues si hay algo que tanto llena de alegría al mexicano y que comparte con todo ser humano es esa estima y admiración que tenemos al súper héroe de todos los niños y de muchos jóvenes y adultos como en mi caso: nuestros papás.

Se le ha nombrado padre a todo lo que sorprende y causa un sentimiento parecido al que nuestro papá genera, por ejemplo, a los sacerdotes no les llamamos padre porque sean más grandes que nosotros, ellos no nos dicen hijos sino hermanos, es nada más esa señal de respeto que obtiene como un guía lo que le da el nombre; por eso mismo todo lo padrote es de admirarse como cada uno de esos hombres que se han roto la espalda para sacar a su familia adelante, que en medio de una sociedad machista muchas veces se avientan solitos la chamba.

No aplaudo para nada el machismo, pero sí a las víctimas de éste que también son los hombres que en silencio y sin derramar una lágrima se aventaron con orgullo a traer el pan a la casa. Así como a los hombres padrísimos, como mi papá, quien sin duda ha sido un ejemplo de caballerosidad y liderazgo, de alegría y esfuerzo. Nunca la ha tenido fácil, pero a la adversidad siempre se le ha enfrentado para ser ese héroe que siempre he admirado, de hecho, es tan padre que pese a no poder levantar un coche tiene súper fuerza, pues ninguna tormenta lo ha tirado y, cuando se ha caído del techo, ha sobrevivido para ponerse de nuevo en pie con una templanza única; tiene súper rapidez, no para correr a la velocidad de la luz, pero sí para llegar siempre a mi lado cuando lo he necesitado. Mi padre tiene súper oído, no para oír a kilómetros de distancia pero sí para escucharme y prestar atención a mis palabras y sueños, pero, además, es tan padre que tiene poderes mágicos, no para blandir una varita y hacer hechizos, pero sí para hacer esos sueños realidad a costa de los suyos.

¡Que padre es mi padre! Y estoy seguro que el tuyo también, cuántas ganas tengo de poder nuevamente verlo, abrazarlo y decirle cuánto lo amo y que sepa que es de la misma forma que él de pequeño me decía: “De aquí, hasta la estrella más lejana y de regreso”, así de mucho, así de tan padre. Feliz y padrísimo día.

Lo más leído

skeleton





skeleton