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Hemos dado un respiro del coronavirus, usted y yo, usted pues lo escucha menos en las noticias, algunos salen de casa como si no existiera, las cosas regresan a aquella ansiada normalidad. Los toques de queda vehiculares ya no son estrictos, como médico lo sé, he estado a altas horas de la noche viendo inumerable cantidad de autos; los bares van abriendo, las plazas también, nuevamente empieza a entrar dinero a la cartera y eso es formidable. Por otra parte, yo di un respiro del coronavirus al no publicar en esta columna nada de él, al percatarme de que los números bajaron y que octubre se volvió triunfal viendo nada más a unos cuantos enfermos por este horrible virus en lugar de los mares de personas que atendí en julio, agosto y septiembre.

Pero el respiro, aunque fue profundo, se acabó y ahora toca exhalar y mientras más aire sale del pulmón de la tranquilidad más casos empezamos a notar, el aire de paz se termina y la guerra de nuevo empieza, más mentiras vemos en la tele, menos atención notamos. ¡Pero es que ya estamos hartos! Lo admito, siento muchas veces no poder más y querer de nuevo salir, divertirme, somos seres sociales y consumidores, quiero darle un beso a mi mamá, abrazar con gran fervor a mi papá, platicar con ellos sin cubrebocas, visitar a mis abuelos, tener una comida familiar, pero esta semana todo ha vuelto a empeorar. Se pone mal porque la gente cree que el Covid 19 se acabó, que pasó de moda, como todo lo que causa revuelo por un tiempo. Pero qué raro que cuando había exceso de Covid el gobernador no se enfermó y ahora sí y no es porque sea un caso aislado, es uno de tantos. En las últimas dos semanas he visto al menos de dos a cuatro casos diarios. ¡Ojo! Soy un médico de miles en el estado. Es verdad que tengo algunos cursos y certificaciones para el diagnóstico de esta enfermedad y que por eso veo a un número elevado de “covitosos”, pero imaginen la cantidad enorme que no llega a mis manos ni a la clínica en donde trabajo. Lo peor es que he visitado a pacientes en su casa que llevan dos o tres semanas enfermos y que otros médicos los trataron como si tuvieran catarro, gastroenteritis o una neumonía común. Muchas veces me he preguntado: ¿estos médicos ya se olvidaron de la pandemia?

Amigo lector, la cosa está volviendo a ponerse mal, hagamos conciencia de ello. Aún estamos en la primera oleada, no estamos en periodos de rebrote como ocurre en Europa donde hay toque de queda. Mérida no ha cambiado de color, no bajemos la guardia, que lo poco ganado en estos días no se pierda, que nuestra economía no se vea aplastada por está enfermedad. Ya nos dimos un respiro, ahora vamos a darnos un pensamiento, el de no dejarnos vencer, estemos alerta.

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