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Llamamos epidemia al momento en que una enfermedad ha sobrepasado el número de casos esperados; un brote epidémico es su inicio o la forma menos alarmante de referirse a ella, mientras que se le conoce como una pandemia, a una epidemia de tipo mundial.

Desde el 2020, la mayoría de los pobladores del planeta nos hemos vuelto pseudoepidemiólogos, dialogamos como si supiéramos de epidemias, en especial quienes se encuentran en el área de la comunicación y comparten a diestra y siniestra información de enfermedades que, en lugar de informar, escandalizan.

Por otro lado, la comunicación mundial ha mejorado, pues hace unos años, para enterarnos de algo que pasaba en el otro continente había que esperar, pero ahora tenemos las noticias en la palma de la mano al momento en que ocurren, incluso si provienen del lugar más escondido de la Tierra. En donde hay internet hay noticia y si ésta suena alarmante entonces hay material para “viralizar”, si un medio de comunicación logra que su nota se haga “viral”, entonces gana rating, tanto así que muchos noticieros comparten la misma nota que otro subió y muchas veces sin cambiar la información; como por ejemplo, hace poco en Facebook, varios medios yucatecos subieron una foto de un caballo y una cabra caminando en la carretera a Progreso. A uno de los medios se le ocurrió escribir: se pasea por la carretera una yegua y su cría, comentario que fue repetido por los otros medios sin mirar que se trataba de una cabra y un caballo…

Idéntico, como la historia anterior, es que se mueve la información sensacionalista sobre las enfermedades. Mucha información confundida, mal copiada y a veces exagerada. Todos los años hay alguna epidemia, todos los años hay alguna enfermedad con nombre raro por ahí, pero antes la gente no las pelaba. Resulta que ahora, como hay información sensacionalista y como nuestra mente está golpeada por los recuerdos de la Covid, entonces todo nos aterra, por ejemplo, la viruela del mono, la cual puede ser ocasionada hasta por roedores, no solo monos y que además se conoce desde hace 50 años. Pese a que no existe una vacuna específica para ella, dice la OMS que las antivariolíticas (vacunas contra otros tipos de viruela) que ya existen, nos pueden ayudar a minimizar el daño de la viruela del mono. Estas vacunas fueron puestas hasta los años 80, cuando se erradicó la enfermedad, por cierto, fueron realizadas en Mérida, Yucatán, desde 1912 hasta 1982.

Invito a todos a no fijarse en lo que dice el encabezado de Facebook en una nota, sino a leerla completa, a razonarla y comentarla con algún profesional. El mundo no se está cayendo.

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