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No se trata de la tiranía que hay hoy en día, en la que parece que siempre tenemos que estar felices y sonrientes pase lo que pase. La alegría es como un músculo que debemos ejercitar para irle dando fortaleza; la alegría es una manera de vivir la vida, de ver las cosas que nos pasan, de analizar nuestras experiencias.

Hay muchos boicoteadores de la alegría que tenemos que empezar a reconocer para poderlos aislar, dejar a un lado o aprender a vivir con ellos sin que esto reduzca nuestra capacidad de sentir alegría.
Al nacer, es nuestra actitud natural.

Un bebé está en permanente estado de alegría, de asombro, ¿qué pasa con esta fuente de alegría que parece que se va agotando mientras crecemos? Vamos dejando que ganen los problemas, los malos recuerdos, creemos que para crecer hay que madurar, y que para madurar hay que dejar de disfrutar la vida, nos gana la responsabilidad y el peso de nuestras expectativas es muy pesado de cargar.

Es difícil encontrar un trabajo que nos dé dinero y al mismo tiempo nos dé satisfacción, vale la pena dedicarle tiempo a la posibilidad de encontrar un trabajo que sea compatible con nuestra pasión, y si esto no es posible debemos de encontrar en nuestro trabajo una manera de realizarlo con entrega y entusiasmo.

Las personas que nos rodean a veces no ayudan a mantener nuestra alegría, debemos elegirlas sabiamente para que no sean personas tóxicas; en ocasiones, como en el caso de la familia, no podemos elegir a la persona, pero sí podemos elegir qué parte vemos de ella, qué aprendemos.

Todos tenemos alguna característica luminosa, hagamos que brillen aquellos que están cerca de nosotros, podemos aprender de ellos y encontrar una manera de convivir que nos enriquezca; y en cuanto a los amigos, podemos elegirlos de entre aquellos que nos hacen sentir mejor, que nos ayudan a ver la parte positiva de la vida y que alimentan nuestra alegría.

La vida de hoy nos presenta una agenda llena de compromisos, esto nos dificulta disfrutar. Debemos de aprender a organizarnos de tal manera que podamos vivir el presente sin estar siempre corriendo hacia el siguiente compromiso.

Hay muchas actividades que no podemos eludir, pero hay otras que utilizamos solo para rellenar nuestro tiempo, para saturar nuestras agendas y sentirnos más importantes, porque siempre tenemos algún compromiso al que acudir, pero para poder incrementar nuestra alegría tenemos que permitirnos vivir el presente, disfrutar el momento, paladear nuestros alimentos y darnos tiempo para disfrutar, para sentir, para interiorizar.

Y en esta agenda debemos darle prioridad a un tiempo solos, con nosotros mismos, conociéndonos, permitiéndonos respirar, convivir con la naturaleza, un momento sin series y sin redes sociales, sin ver qué es lo que hace el resto del mundo y concentrados en cómo estamos, cómo nos sentimos, qué nos gusta, qué disfrutamos, qué nos da paz y, sobre todo, qué incrementa nuestra alegría.

Siempre buscamos razones externas por las que no podemos ser felices, esperamos el día en que por fin tengamos dinero, el día que me gradúe, cuando me case, cuando mi mamá deje de molestarme, cuando mi amiga no me humille; pero el principal enemigo de nuestra alegría se encuentra en casa, somos nosotros mismos que no le permitimos desarrollarse, que no le prestamos atención, no entendemos que la alegría es una manera de interpretar la vida.

La alegría no es algo que nos sucederá si tenemos suerte, no es algo que encontraremos en el camino; la alegría emana de nosotros mismos cuando decidimos vivir la vida agradeciendo, gozando, disfrutando, ya sea los momentos buenos o los momentos malos, ya sea en buena o en mala compañía, ya sea en momentos de pérdida o en momentos de felicidad.

La alegría no está en el camino, ni en los obstáculos, ni en la meta, sino en la manera en que decidimos caminar por nuestra vida.

Y debemos preocuparnos no solo de nuestra propia alegría, sino también en ayudar a los que nos rodean a encontrar la suya, a los niños a no perder su alegría natural desperdiciando todo su tiempo frente a una pantalla, la alegría crece con las experiencias compartidas, con las vivencias, con encontrar qué tenemos nosotros que puede ser útil a nuestro prójimo, con ayudar, con ser parte de una comunidad.

Encuentra sembradores de alegría para compartir la vida con ellos, pero sobre todo trabaja en convertirte en uno, en ser no solo una persona alegre, sino una fuente de alegría, no te quedes atrapado en los circuitos mentales negativos y activa tu alegría.

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