Irritante pasaje sabatino
Escuelas, seno familiar y múltiples factores poco ayudan actualmente para fomentar valores.
Era de noche aquel sábado, cuando nos dispusimos mi esposa y yo a acudir a un negocio para cenar. Durante la espera, me percaté de una mesa con tres jóvenes, quienes ingerían bebidas alcohólicas, llamándome la atención su lenguaje “cacofónico e impropio”, en un lugar público donde había parejas que nomás buscábamos saciar nuestro apetito y pasar un rato agradable. En dicho sitio, había solamente una joven que se multiplicaba con el afán de servir a los comensales, sorteando con actitud y energía la demanda que la superaba.
Regresando a nuestros personajes, a los pocos minutos uno de los tres sujetos pidió la cuenta. Todo transcurría sin contratiempos, hasta que los “hijos de papi” rodearon a la fémina y empezaron al unísono a emitir comentarios poco prudentes que buscaban confundirla, e inclusive la hicieron realizar varias veces el conteo de lo consumido.
No faltaron sus risas burlonas, posturas de perdonavidas, y actitudes, que, puedo jurar, muestran sus orígenes foráneos. ¡Podrán imaginar mi impotencia para intervenir y dilucidar el “supuesto error “ matemático! Finalmente pagaron y se fueron.
Cuántas reflexiones nos deja esta experiencia. Más allá de tanto insistir en equidad, igualdad, respeto y pomposas promesas mediáticas, concluimos que es imposible vigilar que cada ciudadano se ciña a lo pregonado. Esto es cuestión de educación, principios y valores, que, por lo que puedo percibir en mi cotidiano accionar, son para muchos sólo letras románticas o sin sentido. Escuelas, seno familiar y múltiples factores poco ayudan actualmente para fomentar lo que debería ser “un estilo y modelo de vida”.
La juventud no justifica comportamientos deleznables, que no son privativos de nivel social alguno, pero, en este caso particular, correspondían a estatus socioeconómico alto. Les recuerdo que el vasallaje -cuando menos en Yucatán- no tiene cabida y denigra al ser humano íntegro. Más de alguno expresara su inconformidad con mi comentario, que en conclusión sólo destaca que la falta de convivencia, vigilancia y tiempo con calidad han favorecido a que nuestros mozalbetes olviden que todos somos iguales y que algunas “travesuras” denigran su integridad y personalidad.
Deseo que algún día realmente logremos vivir en un mundo con valores renovados y entiendan que el comportamiento y primera impresión que des a los demás matizarán la percepción de tu persona a donde fueres.