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El sueño y la fatiga llamaban a mi puerta, pero me resistí a rendirme. No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes.- La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón

Siempre me gusta recordar aquella Navidad cuando mi padre decidió (con un poco de insistencia mía, debo decir) que el regalo adecuado para aquel año sería la saga del niño mago que me había gustado desde que era tan pequeña que no podía atarme los zapatos, pero sí podía andar por la casa con un palito de madera simulando ser una varita. Leer los siete libros me tomó menos tiempo del que tenía planeado, pero cuando cerré el último ya sabía que no me causaría ninguna molestia dedicar todos los años siguientes de mi vida a leer un sinfín de historias y crear otras cuantas.

Leer, siempre he pensado, es uno de los actos más valientes, debes prepararte para encontrar amigos de 400 páginas de los que cargarás con su recuerdo para siempre, para visitar mundos que te darán ganas de tomar el próximo avión y llegar a ellos, solamente para entender unos minutos después que muchas veces todos esos lugares son inexistentes en este planeta; debes prepararte para enfrentarte a la muerte de aquel que se hizo tu mejor amigo y entender que por más que cierres los ojos con deseo de introducirte en la historia no puedes ayudar porque su destino está escrito.

Leer ha sido siempre mi pasatiempo favorito, y por eso he sido precursora de ese ideal durante todo este tiempo, más de una vez he recomendado aquel libro que dejó una parte sí y se llevó una parte de mí consigo, más de una vez he hablado de aquel cuento de terror que me dejó mirando sobre mi hombro más de una semana, más de una vez he intentado que todos encuentren “al indicado”, pero también muchas veces he escuchado a alguien decir que gastar unos cuantos pesos en un libro es dinero mal invertido, y siempre he debatido esa idea con toda la fuerza que requiere, como debe ser; más de una vez, la única forma que encuentran para hacerme callar es decirme que leer no te hace mejor persona, y claro que no, pero cómo te hace querer serlo.

Ayer concluyó la edición 2019 de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY), como todos los lectores acudí dispuesta a buscar unas cuantas historias que me harán compañía durante los próximos meses, pero, entre todo, lo que pude notar fue la cantidad de lectores que recorrían los pasillos en busca de sus nuevos amigos, la cantidad de lectores que sonreían mientras le enseñaban a alguien aquel libro que habían estado buscando durante unos cuantos meses, vi a aquellos libros que tiempo atrás se habían quedado sin hogar yéndose con sus nuevos dueños. Entre todos los pasillos pude ver un gran número de personas que habían decidido convertirse en lectores y darle una oportunidad a aquellos amigos hechos de papel y de tinta.

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