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Pensar en toda la gente que hemos perdido hasta el día de hoy me ha hecho darme cuenta de que México no había estado más triste. Hace casi ocho meses entré a mi casa sin saber que no saldría en muchos días y sobre todo sin saber que a muchas personas nunca las vería de nuevo.

El país ha perdido tanto en tan poco tiempo que muchas personas ya se empezaron a rendir, ha perdido dinero, proyectos, pero sobre todo ha perdido vidas, vidas de personas que aportaban grandes cosas a la sociedad, vidas de personas que eran amadas por su familia y amigos.

México ha perdido mucho y estoy segura de que no ha recuperado casi nada, entre una población que carece de preocupación y de solidaridad y un gobierno al que solamente le importa el derrotar a los empresarios, México se ha quedado en el rezago y no ha logrado salir del lugar donde se metió desde aquel mes de marzo.

Pensar en todo lo que hemos perdido me ha hecho darme cuenta de todas aquellas cosas que se nos presentan día a día y nunca podemos apreciar, de todos los momentos que pasamos con la familia sin darnos cuenta de que nunca se van a volver a repetir, de todas las risas con amigos que posiblemente recordaremos dentro de muchos años cuando nos demos cuenta de cómo ha pasado el tiempo y no nos ha avisado.

El año se nos está yendo de las manos, pero aunque estemos en casa la mayor parte del día debemos seguir disfrutando cada minuto, debemos resistir y ser mejores para que así la partida de todos los que ya no están no haya sido en vano.

Ojalá esto nos haya enseñado a encontrar la felicidad en cualquier cosa, en todas aquellas canciones que escuchamos por la mañana, en la plática con los amigos a la salida de la escuela y en las noches en las que nos quedamos despiertos hasta tarde. Perder cosas nos hará valorar más aquellas que todavía tenemos.

Hemos perdido, pero también hemos ganado, porque nos ha enseñado muchas cosas y nos ha dado la valentía de intentar cosas que antes no habíamos hecho, quizá porque antes pensábamos que la vida era larga y teníamos muchos años por delante, pero ahora nos hemos dado cuenta de que las cosas y las personas pueden desaparecer de un día para otro dejándonos solamente recuerdos.

Hay que perder el miedo, hay que salir adelante y mejorar por todos aquellos que hoy ya no están, hay que luchar y defendernos, demostrarle a los demás que derrotarnos no es fácil, demostrarle a los gobernantes que, a pesar de que no contamos con ellos, siempre podemos salir adelante.

Pongámonos de pie y hagamos todas aquellas cosas de las que siempre tuvimos miedo, todas aquellas que pensamos y nos parecieron una locura, porque, después de todo, ya vimos que todo puede acabar de un día a otro sin siquiera darnos cuenta.

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