El valor, el arte y el artista
El poder de la pluma
El peor de los vacíos puede aparecer cuando vemos delante de nosotros una hoja en blanco, limpia, esperando a ser escrita. El peor vacío puede aparecer cuando no sabemos qué palabras deben ir para llenar ese espacio porque no encontramos el orden correcto de las letras.
La hoja en blanco se presenta como una invitación a escribir todo aquello que hemos estado pensando, pero muchas veces las manos no se mueven y las páginas no se llenan de tinta; el trabajo de alguien que ha decidido dedicar su tiempo a contarnos historias nunca es fácil, a pesar de que se piense lo contrario.
De forma injusta el trabajo artístico es poco renumerado y poco valorado, muchas veces se piensa que cualquiera puede hacer el trabajo de un pintor, de un bailarín, de un escritor, pero es que, aunque parezca fácil, es todo lo contrario. Durante todo este tiempo me he dado cuenta del mal concepto en el que la gente coloca al arte, pues nunca falta una risa por lo bajo cuando alguien cuenta su sueño de dedicarse a lo que realmente le apasiona.
El arte nunca ha sido fácil, y eso debemos entenderlo; la importancia de lo artístico es tan grande que se ha convertido en aquello que nos ha acompañado, sobre todo en estos últimos meses, donde la música, la literatura, el cine y otras artes se han hecho cargo de mantenernos ocupados, de brindarnos una escapada de las 4 paredes en las que estamos inmersos, y sobre todo de refugiarnos en lugares y mundos que definitivamente tienen mejores historias y lugares que el nuestro.
Debemos apreciar al arte porque es el único que nos entiende cuando nadie más lo hace, porque es el único que nos brinda palabras de consuelo en sus poemas, en sus canciones, en sus películas. Debemos apreciar al arte porque es el que nos acompaña en esos momentos cuando las cosas suelen ponerse un tanto difíciles.
El arte no es fácil, es bello, pero no fácil, porque para hacerlo posible seguramente nos costará varias noches de insomnio, seguramente varias tardes nos encontraremos con la temida hoja en blanco, con la canción vacía, con la historia sin contar. Vivimos en un lugar en donde el arte pasa a segundo plano, en el que no se le da el necesario reconocimiento al trabajo artístico, pero ojalá fuese diferente.
Si todo eso fuese distinto, seguramente las personas no le tendrían miedo a dedicarse a lo que realmente desean, dedicarse a lo que realmente las hace felices, porque si todos supieran lo que vale el arte, nadie reiría por lo bajo en las reuniones al escuchar que alguien sueña con dirigir una película.
Si todo fuese distinto, miles de personas triunfarían; debemos dejar de menospreciar el arte y al artista, que son los encargados de entrar y crear mundos, que son los encargados de tomar caminos que a algunos les asustan. Hay que apreciar el arte, al artista y todo lo que llevan consigo.