Curémonos
El poder de la pluma
Llevo ya unas cuantas semanas teniendo el problema de la hoja en blanco, sí, ese donde me siento frente al mundo de posibilidades que puedo contar en estos cuantos centenares de palabras, pero es ahí cuando mi mente se niega a producir ideas y mi cuerpo prefiere perderse y la hoja se queda ahí, en blanco. Se queda ahí esperando recibir una tinta que cuente cada una de las cosas que han estado pasando en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestros días.
Más de una vez les he hablado a ustedes del difícil trabajo del escritor frente a la hoja vacía, lo difícil que es crear historias o palabras con las que un lector, que muchas veces no conocemos, se sienta identificado.
Después de muchos intentos y muchas noches pensando en que las ideas se me habían acabado, pude darme cuenta que, como muchas personas, me he envuelto en el mundo cubierto de malas noticias en el que estamos inmersos desde hace ya casi un año. Las portadas de los periódicos se ponen elegantes para anunciarnos cuántas personas día a día han ido dejando vacíos, la televisión tiene la manía de cada noche anunciarnos los desastres que ha ido dejando la naturaleza y aquellos que han ido dejando lo seres humanos.
Las historias se nos han acabado porque nos hemos inmerso en una que para algunos parece no tener final, y a la que otras le han borrado dos de los puntos suspensivos que un tiempo atrás le habían puesto. Las buenas historias se nos han acabado porque nos hemos llenado de aquellas que muestran los malos lados que podemos tener como sociedad y que han dejado a un costado las cosas buenas que también existen en el mundo.
La verdad es que me gustaría decir que las buenas acciones y las buenas noticias son más que las malas, pero es que el mundo se ha puesto un tanto extraño, y si bien en el pasado las noticias buenas abundaban, en el presente más de una vez hemos sentido que por cada cien malas viene una positiva.
Las historias malas ahora forman parte de nuestro día a día, y más de una vez nos han dejado con la hoja en blanco esperando ser escrita, con el pensamiento de incertidumbre, con la ansias (o más bien, la urgencia) de un mejor futuro, en el que las historias buenas vuelvan a invadir la multitud de hojas en blanco que son escritas todos los días.
Curémonos de todas las historias que hemos vivido en estos tiempos, curémonos de aquello que nos ha perseguido en los últimos meses y que ha ido dejado incertidumbre, tristeza y enojo. Curémonos de aquello que nos ha estado haciendo daño, porque de esa forma, la próxima vez que nos sentemos y tengamos al frente una de esas hojas en blanco que tanto nos gustan y que tanto ruegan por contar una de nuestras historias, pueda ser llenada de buenos momentos, buenas noticias y buenas palabras.