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La gente nunca se da cuenta de nada.- J.D Salinger, El guardián entre el centeno

La primera vez que leí a J.D Salinger me encontré con un cuento sorprendente, la segunda, fue con su clásica novela “El guardián entre el centeno”, ese libro que acusan de estar maldito porque muchos de aquellos que han leído sus páginas atentan contra vidas ajenas; sí, ese libro fue el que leía el asesino de John Lennon la noche que el crimen fue perpetrado.

Salinger nos presenta en sus hojas a Holden Caufield, un adolescente de familia adinerada, que siente un profundo desprecio por la sociedad en la que vive, la cual está llena de mentiras. El protagonista está pasando por todos esos cambios de la juventud y se encuentra parado en un punto bastante incierto de su vida, pues no tiene claro ni lo que tiene, ni lo que quiere.

Sin embargo, algo que es muy notable es que desde el primer momento, el personaje nos presenta su profunda visión acusadora que sirve para resaltar los vicios que encontramos en (casi) todos los seres humanos.

Consumistas y mentirosos, son los dos adjetivos con los que mejor se describe la construcción que el autor nos presenta. La verdad es que desde el primer momento me dejó pensando en si aquel retrato era el mismo que podría servir para la sociedad en la yo estoy inmersa, y sí. Por muchos años pude notar algunas características de las que Holden hablaba en numerosas de las páginas.

Hemos pasado por mucho en los últimos meses, la muerte se ha convertido en nuestra compañera diaria, aquella que nos encontramos al doblar la esquina, al caminar por la calle. Se ha convertido en la protagonista de conversaciones y de historias.

Hemos pasado tanto que por momentos (estoy segura de que ustedes también lo han notado) pueden notarse los pequeños cambios que hemos tenido. Hemos evolucionado como sociedad, porque tanto que perdimos hizo que seamos capaces de ver lo que en verdad tenemos. Por fin fuimos capaces de (empezar a) entender que lo que en verdad importa no son aquellas cosas que el dinero puede comprar, sino que eso sólo acompaña a todo lo que podemos ser.

La gente ha perdido tanto que se unió para salir adelante, para lograr aquello que antes no se podía.

La gente entendió que los derechos nos corresponden a todos y que debemos luchar en equipo, para que cada persona del mundo pueda tener un lugar digno en el cual desarrollarse. La gente está construyendo un mundo mejor, esperando que todos se unan en esta revolución que está comenzando, la gente decidió cambiar y decidió brindar una nueva visión a todo lo que teníamos hasta el día de hoy, a todo lo que habíamos estado ignorando.

Ojalá Holden Caufield pudiera ver todo lo que hemos cambiado desde aquella época en la que se desarrolló su historia. Quizá estaría orgulloso, quizá entonces ya no viviría en aquella eterna molestia.

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