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Liam Neeson y la palabra acción van tomados de la mano, el actor ha hecho muchos proyectos de este género durante los últimos años y la verdad es que la mayoría de ellos han sido bastante buenos y con esto no me refiero a que sean ganadores de festivales o estatuillas, pero sí han logrado cautivar a la audiencia y captar su atención.

Por eso es que se esperaba que la película Venganza Implacable, protagonizada por Neeson, Walsh y Joi Courtney y dirigida por Mark Williams y Gerard Butler, nos mantuviera al borde del asiento, pero no fue así. El largometraje nos cuenta la historia de Tom Carter, un profesional ladrón de bancos que, en sus muchos años de carrera criminal, ha corrido con la suerte de nunca haber sido capturado. Sin embargo, toda su vida cambia cuando un buen día conoce a Annie, el amor de su vida. Y, en un intento de redención y con las ganas de rehacer su vida limpiamente con su novia, toma una decisión radical: entregarse por voluntad propia al FBI y devolver todo el dinero robado. Cuando su plan toma la dirección equivocada, deberá idear la forma de proteger su vida y la de su amada.

La sinopsis de la película nos puede sonar bastante entretenida, pero todo cambia cuando nos enfrentamos al material cinematográfico, pues nos topamos con que el trabajo del guionista deja mucho que desear, ya que se torna en varios momentos de la trama en totalmente inverosímil, y nos presenta a un personaje principal bastante mal planteado para una película de acción, pues podríamos calificarlos como un individuo excesivamente romántico que se limita a disparar unas cuantas veces, explotar unas cuantas bombas y correr pocas cuadras con su auto cada que se encuentra en peligro.

Y ahora, hablando de las actuaciones, la verdad es que tampoco hay mucho por recalcar, ya que la única interpretación sólida que vemos es la de Kate Walsh, quien acompaña en su aventura al protagonista. Neeson hace lo que puede con el material que se le da, pero la verdad es que no es suficiente para cargar con todo el peso de la película. Por otro lado, resulta cansado ver a Jai Courtney encasillado en el mismo rol de villano sin escrúpulos: su intervención y toda la subtrama que encabeza su personaje son repetitivos y sólo se sienten como un plot device para hacer avanzar la historia.

Definitivamente se esperaba algo mejor de este título, pero no quedamos con las ganas. Calificación: estrella y media

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