Para Don Martiniano
Diana Puga Pérez: Para Don Martiniano
Hay un libro titulado El juego del Ángel, donde se dice que “un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia [...] Pedro Vidal fue el primero a quien mostré los esbozos que escribía cuando apenas era un crío y trabajaba llevando cafés y cigarrillos por la redacción. Siempre tuvo tiempo para mí, para leer mis escritos y darme buenos consejos”.
Fue hace unos años que empecé a soñar con ser escritora, con tener un público que leyera mis ideas, con poder sentarme día y noche a sacar todas aquellas historias que tenía en mi cabeza, lo sé, difícil tarea para una joven estudiante.
Recuerdo la primera tarde, llovía. Yo llevaba un vestido verde, me senté en el sofá amarillo, y apareció por una puerta.
-Buenas tardes, Diana. Me llamo Martiniano Alcocer- traía una cámara fotográfica en las manos
-He leído los escritos que me mandaste, y me gustaría que colaboraras con nosotros.
-Claro, ¿quisiera que le mandara otro tex...
-No- me interrumpió -Solamente nos queda decidir el nombre de tu columna. Ah, y traigo esta cámara para tomarte la foto que saldrá en tus publicaciones, así que sonríe.
Mi foto quedó guardada en aquella cámara y fue impresa en todas las colaboraciones que he hecho.
Al salir de aquel lugar pensé en Pedro Vidal y David Martín, el maestro y el pupilo; pensé en la oportunidad que me tenía delante de mí. Pensé en aquella historia que tanto me gustaba porque llevaba un tiempo buscando aquel mentor literario del que tanto hablaban las historias que había leído y maestros que había conocido y al fin había aparecido. Después me fui con un paraguas en la mano, seguía lloviendo, mi vestido verde absorbió algunas gotas.
Nos encontramos muchas veces más, y siempre me recibía con una sonrisa, con alguno que otro regaño amistoso porque una coma se me había escapado en mi último escrito, siempre me recibía con una de esas historias que tanto le gustaban contar. Su sello quedó en cada una de mis historias, porque soy consciente de que si no fuese por él, nunca hubieran sido leídas, y tal vez muchas de ellas, ni siquiera escritas.
Siendo “La xtupita del grupo”, como Don Martiniano solía llamarme, escribo esto como una forma de agradecer y reconocer por todo lo que me brindó, por haberme permitido entrar en el mundo de la literatura, escribo esto como una forma de recordar y hacer perdurar. Estoy escribiendo mientras llueve como aquel primer día, mientras pienso en que el tiempo ha pasado, en las cosas que perdemos y ya no podemos recuperar, en aquellos días que nos marcaron y ahora al mirar atrás, parecen ser no tan lejanos. Escribo esto mientras pienso en lo que nos han quitado, mientras pienso en que sí, la muerte puede llevarse cuerpos, pero nunca podrá llevarse nuestra memoria.
Gracias por todo y espero, que esta vez, no me haga falta ninguna coma.