Hay mujeres que van por la vida abriendo puertas, compartiendo experiencias y sabiduría para otras mujeres que no se atreven a contar su historia. En muchas ocasiones, las mujeres creemos que lo que hemos vivido puede ser usado en nuestra contra. Una mujer violentada se niega a hablar del hecho porque teme ser juzgada por los otros, si ha sufrido abuso sexual prefiere callarse y vivir con miedo antes que sufrir un señalamiento familiar o público. Nos acusan de ser misóginas, de no saber estar juntas más que difuntas; hemos comprado el discurso de ser pasivas, buenas cocineras, buenas compañeras y cuidadoras, pero también muy destructivas.

El pasado fin de semana participé en un taller con especialistas en violencia y perspectiva de género. Se abrieron tantas ventanas, las mujeres que estuvimos ahí, convocadas por un proceso teatral, al principio con temor, al final, como esas nubes negras que no soportan más el peso del agua y dejan caer tremendos aguaceros, así nosotras dejamos correr las lágrimas, el miedo, la inseguridad de habitar en una sociedad hostil y desigual para las mujeres. Reconocimos cómo hemos ido encajando en esos modelos sociales que no corresponden a la realidad femenina. Si bien las mujeres hemos ganado terreno en el campo laboral y nuestro derecho al placer, nos hace falta recorrer un largo camino por la equidad. Nadie debería usar la intimidad de una mujer para señalarla, minimizarla o agredirla.

El taller se realizó en el Centro de Estudios Superiores en Sexualidad. No conocía este lugar en Mérida, ni la labor que realiza la sexóloga Rossana Achach. Es un centro de consejería, psicoterapia y sexoterapia individual y grupal. No importa el nivel social o económico, las mujeres hemos callado nuestras historias por largo tiempo, es vital que hablemos y seamos escuchadas. Las maestras Marcela Durán, María Herrera y la propia Rossana nos brindaron ese espacio y nos cambiaron nuestras lágrimas por caminos iluminados hacia la sororidad. “La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión, y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”, M.L.

Gracias a ellas y a Ligia Barahona por ayudarnos a desplegar nuestra vida. La vida pasa por las manos de las mujeres; por eso, coincidir con mujeres generosas y sabias puede transformar el mundo.