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Se escucha el rechinar del negociante de mi alpargata, eso indica que ya estoy listo para ir al cotorreo y disfrutar uno de los días que nunca se debe perder en las fiestas de la carne, como es el Lunes Regional, en el que se refleja todo lo relacionado con nuestro bagaje cultural; Mare me barrí en home con esa dominguera. Por cierto el de Mérida es de los pocos carnavales en el país donde le dedican un día a la cultura regional. Ya estaba listo para ir a bailar al ritmo del rascabuche de un tres cuartos o seis octavos, checo los paraderos de donde saldrían los camiones gratuitos para ir a Plaza Carnaval, que fue una de las innovaciones: distribuir camiones en diferentes puntos de la ciudad, muy acertado por cierto, como lo fue el transporte rosa donde solo estaba permitido el acceso a mujeres y gente de la tercera edad.

Pero ya agarré mi camión y llego a Plaza Carnaval, y me encuentro con varias cosas a relatar: uno, la gente ya no tiene el lío de buscar dónde estacionar, los lugares para sentarse no tenían costo, pero muy en particular me llaman la atención dos cosas: la gran seguridad que hay tanto en el derrotero como en la Plaza donde se realizan los espectáculos; sin duda un reconocimiento al cuerpo de policía que se la rifó, y otro punto es el hecho de que el carnaval estaba lleno de familias y por lo tanto el ambiente era muy diferente, porque se vivía una alegría y algarabía sana al paso de los carros alegóricos y con cada acorde de los diferentes espectáculos que se presentaron en las fiestas de Momo, que, por cierto, mare qué buenos espectáculos, con gran producción, grandes artistas en escena y sobre todo que podíamos xochear en la fiesta de la carne, mare qué carnes. Hablando en serio, y mire que me da trabajo, qué gran show el que hicieron los artistas en “Mayá y la semilla de la sabiduría” y “Sonidos del corazón” y que el público supo retribuir con un sinfín de aplausos el esfuerzo y la gran producción.

Pero toda festividad tiene a sus majestades y este año fueron Brenda Cruz, “La Abejita Primera”, y Óscar de la O, “Cocotazo Primero”, quienes hicieron un gran papel, dando muestra de alegría, entrega y un gran carisma con toda la gente, y hablando de la gente, tenían varias opciones de diversión en Plaza Carnaval, y el pabellón sustentable, donde había una máquina en la que uno depositaba sus pets y te daba regalos, haciendo un carnaval socialmente responsable con el medio ambiente, teniendo espacios preferentes para la gente de la tercera edad o con alguna discapacidad. La realidad es que estuvo muy agradable mi paseo en el carnaval; sin duda que el de Mérida es un carnaval seguro y muy familiar; mi reconocimiento a la Dirección de Cultura, y al comité del carnaval por el gran trabajo realizado; el alcalde Renán Barrera debe estar contento porque el carnaval de Mérida se consolida cada año más. Ya en mi wotoch para descansar y mientras pongo mis pies en agua caliente, recuerdo lo vivido y digo: yo sí regreso al carnaval, masinó que sí.

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