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Días difíciles los que seguimos pasando los mexicanos ante estas contingencias, y más con los desatinos en la Presidencia de la República, que botan los esfuerzos de gobiernos responsables. Hoy en día hay desesperación por la incertidumbre de qué va a pasar, cuándo va terminar, cómo llevar comida a la mesa de la familia sin empleo.

Son varios los gobiernos que están tomando medidas económicas para ayudar en sus respectivos estados; en el nuestro se otorgarán créditos a empresas, que tanta falta les hacen, porque parte importante del cimiento de la economía es producida por el sector empresarial al generar empleos que retribuyen en impuestos para hacer revulsivos en la economía y mantenerla. También declaró el gobernador que se recibieron 57 mil solicitudes de apoyo en becas de desempleo, y se publicará la lista de los beneficiarios.

Ayer a las puertas del Palacio de Gobierno más de un centenar de personas se manifestaron por no haber alcanzado la beca. Entiendo perfectamente la desesperación por el recurso económico ante esta contingencia, pero me llama la atención algo: ¿cómo es que llegaron más de 100 personas en un mismo horario a Palacio?, ¿cómo se pusieron de acuerdo? No creo en las casualidades, porque cuando se ha convocado a manifestaciones se hace con días de anticipación y por las redes, y ayer de golpe llegaron todos. ¿Acaso es una manifestación por desesperación?, ¿o es grilla para debilitar la imagen del gobernador? No vale que expongan a la gente a que se contagie de esta enfermedad por intereses políticos de alguien; son tiempos de proponer, como el trabajo coordinado que se está haciendo entre el gobierno y Mérida, como la implementación que hizo el Ayuntamiento de drones para sanitizar.

Pero todas estas acciones de nada sirven si a nivel federal tenemos dirigentes que no están a la altura del país, porque sinceramente solo hacen alarde de prepotencia, de que se sienten omnipotentes, y hacen y deshacen a su antojo, y lo peor son sus declaraciones, como la del delegado en La Paz, Alejandro Ruiz, que habla de las familias y dice a manera de chascarrillo: “Si viven”, refiriéndose al momento que termine la contingencia, y Marcos González, jefe de la oficina del SAT en la Ciudad de México, advirtiendo que no le van a dar apoyos a los empresarios, que paguen sus impuestos, porque es lo que generaron el año pasado; sí, pero al haber una contingencia y no tener ingresos desde hace un mes, cómo pagarle a sus empleados, porque la Presidencia solo pide y no da nada, y luego sale el presidente del país donde la Constitución dice en su artículo 40 que debe ser laico, dando mensajes de la religión católica -el que propuso ese artículo es Benito Juárez, aquel que tanto venera el presidente-, y dice que no va a dejar de cobrar impuestos, porque si no de dónde va a salir para los pobres, porque primero los pobres, pero si primero los pobres, ¿por qué cerró las guarderías, por qué despidió a 120 mil personas, por qué desapareció el seguro popular e instaló el Insabi, que incrementó de manera grosera los costos de salud? ¿Acaso cree que con eso perjudicó a los ricos? No, afectó a los pobres, aquellos que lo vieron con ojos de esperanza y hoy ven que sus palabras fueron hipocresías, masinó

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