Somos una potencia cultural
Edgar Rodríguez Cimé: Somos una potencia cultural
Cuándo van a entender políticos y gobiernos que la cultura no se reduce a ir a un museo o celebrar la fundación de Mérida, sino que da valor social a una nación multiétnica como México, con sus 64 pueblos originarios, por lo cual somos visitados por millones de turistas extranjeros de todo el mundo que desean conocer nuestra esencia pluricultural.
Una de las mayores captaciones de recursos proviene, después de las remesas de los migrantes, de los ingresos por turismo. Pero, ¡ojo!, los visitantes no vienen a conocer y admirar las zonas fifís ni los “mals”, porque los tienen mejores, sino por nuestra riqueza: playas de agua azul turquesa, vestigios arquitectónicos, arqueológicos y estéticos amerindios, pueblos mágicos, arte contemporáneo.
Mientras para los gringos imperialistas Latinoamérica es “su patio trasero”, entre nosotros somos el “hermano mayor” de los países latinoamericanos. Nuestro camino ha sido ejemplo para otras naciones que admiran nuestra Independencia de Europa, la revolución anti-feudal y los 200 años de enfrentamiento con el Poder Imperial vecino para defender nuestro territorio, recursos naturales y derechos humanos.
Como candidatos utilizan la “bandera” de la Cultura como motor de México, pero como Gobierno lo olvidan y únicamente destinan un .53 por ciento del presupuesto ¡¡¡Ni siquiera un 1 por ciento!!!, cuando la Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco) recomienda cuando menos un 5 por ciento de recursos públicos, más los particulares.
Pero, no conformes con esto, sus inteligentes “asesores” les sugieren reducir esta migaja ante situaciones de crisis económica (casi siempre), con cantidades cada vez menores. Mientras subsidios y recursos para empresas, así como para “política electoral”, aumentan escandalosamente, los creadores culturales “vivimos del aplauso”.
No se vale que a grandes empresarios les condonen sus impuestos por millones de pesos y que a los políticos les otorguen grandes cantidades nomás para corromperse, mientras quienes engrandecemos el patrimonio cultural, lo hagamos pepenando recursos y pidiendo prestado para sobrevivir, porque “el poco dinero que destinan para Cultura lo usan para construir edificios y no para creadores” (¿verdad, Palacio de la Música y Centro Cultural del Sur?, “elefantes blancos”, sin vida cultural).
Este desolador panorama, donde políticos y gobernantes no entienden la cultura como factor de desarrollo económico, fuera de su dimensión recreativa y estética (como si lo entiende y lo aprovecha inteligentemente el Gobierno de Barcelona, Cataluña, otra potencia cultural). Lo sintetizó Jaime Serra Puche, Secretario de Economía, a la hora de ponerse de acuerdo en los negocios internacionales para el Tratado de Libre Comercio (de los mejores recursos): “La cultura no nos interesa, tenemos otras prioridades”. ¡Ejemplar! ¡Paradigmático! ¡Vanguardista!
Resultado: quienes nos han avergonzado como “los más corruptos de Latinoamérica”, grandes empresarios y políticos, gozan de privilegios financieros y viven como reyes, mientras quienes creamos lo mejor de México: su gran cultura mesoamericana, su valorada cultura popular y sus apreciadas bellas artes, sobrevivimos entre la escasez y las carencias.