Mayas tradicionales y otros mayas

Edgar Rodríguez Cimé: Mayas tradicionales y otros mayas

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Me preguntaba por qué si diversos grupos mayas luchan para proteger su territorio contra empresas deforestadoras o contaminantes lo hacen aisladamente, cuando los patrones actúan mediante frentes políticos y económicos, y me llegó la respuesta: dos visiones encontradas entre hermanos, que lleva a resaltar diferencias cuando debieran ser las coincidencias: dos noticias me aclararon mucho.

En una de ellas, en el sitio digital Awasqa, el asesor del grupo MuuchXiimbal (Caminando Juntos), Pedro Uc Be, que lucha por la defensa de sus territorios, enlista una serie de características del “maya tradicional” para definir lo Maya. Esto como base de la identidad propia, es correcto; aunque existen otras formas de ser “maya”. Eso le responde el profesor de primaria indígena Vicente Canché Moo, en nota de La Jornada, cuando dice esta voz es mía (sin ser maya tradicional, pero sí defensor del idioma y la cultura materna, igual que el conocido maestro Bartolomé Alonzo Caamal, de Valladolid). Lo mismo podrían decir los 13 autores que aparecen en el libro “Pensadores Mayas Contemporáneos”, entre ellos otro joven poeta y profesor, Wildernaim Villegas Carrillo.

Me gustaría saber la opinión del doctor Juan Castillo Cocom (descendiente de la dinastía que lleva su apellido), catedrático de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, quien justamente tiene una tesis acerca de “las diferentes maneras de ser maya contemporáneo”, en contraposición de la “idea binaria: maya-no maya”, como formas únicas de asumir la identidad.

Atahualpa Prieto, rector de la Universidad Comunal Quechúa, en Los Andes, sostiene, basado en las experiencias de las etnias latinoamericanas, que hoy los pueblos originarios están tan “occidentalizados” que la identidad étnica la asumen hoy “mestizos” y “extranjeros”, creyentes y practicantes de esas culturas amerindias.

En los festivales culturales mayas independientes, no los organizados por el Gobierno, se impusieron desacuerdos por encima de coincidencias entre “moderados” y “tradicionalistas” sobre lo “urgente” e “importante”: la necesidad de establecer alianzas entre las corrientes de opinión, por lo cual, ante la incapacidad de ponerse de acuerdo, solamente se realizaron dos emisiones. No se supo, porque no invitaron a periodistas amigos. En mi caso, les hubiera ofrecido difusión en una radio independiente, un periódico digital, más mis colaboraciones en prensa escrita.

Lo único que se “ganó” fue continuar aislados: los grupos de resistencia cada uno luchando por su lado; los profesores indígenas pepenando conocimientos en español porque no existe una Educación en Maya con programa y contenidos nativos; los intelectuales, “chambeando” para el Gobierno, acumulando prestigio sin meterse en problemas o, peor, obstaculizando los avances culturales y estéticos de la Nación Maya.

Las “diversas formas de ser maya”, las experiencias de lucha por el territorio, los riesgos del tren antimaya, y la supervivencia de la Nación Maya en el siglo XXI, son algunas de las reflexiones pendientes de intercambiar, analizar y aclarar, por quienes hoy poseen la palabra, la reflexión y la acción, como temas de discusión entre iguales, aunque sean diferentes en la forma: campesinos, activistas, profesores o intelectuales.

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