Arte y afición
Edgar Rodríguez Cimé: Arte y afición
Lo que no da natura
No se enseña en Salamanca
Por su sensibilidad -expresada en comportamientos irascibles cuando algo desencajaba, porque priorizaba el orden en su cuarto- Jocelyn empezó a gustar de la danza (toma clases), la lectura y la pintura. Baila, lee y comenzó a dibujar y colorear en papel y en piedritas, como la que me gustó. Se la quise comprar por unos pesos, pero dijo era de su clase de primaria. Entonces me hizo una y la autografió: “Bello atardecer en el Mayab”.
La primera piedrita, luego de obras en papel de su clase de artes, era la imagen costumbrista de Yucatán: típica casita de paja, bien coloreada. Esta otra, era una imagen más poética del Mayab: rojizo atardecer yucateco, con el sol ocultándose en lontananza, mientras la silueta de un frondoso framboyán es testigo. “Son ideas que le vienen a la cabeza, y ella las expresa”, comentó su mami. Eso es precisamente el talento.
Arte infantil (Carmen Alcalde).
Festival de Cultura Alternativa: el lugar está pleno de jóvenes de clase media deseosos de adquirir algún objeto en el “tianguis de rock”, llevados por otros chavos más populares para intercambiar o vender, y tener de recuerdo para presumir en sus universidades que asistieron y adquirieron un “souvenir”.
En eso, una joven rubia, con facha de la Unimayab, pregunta interesada por el costo de un cinturón bizarro: está fabricado con una rústica cadena de motocicleta y lleva como hebilla una hecha artesanalmente de acero, que luce admirablemente “post punk”. Apenas le dicen el precio, abre su bolso dorado de Zara y paga los 500 pesos. “Gracias”. “¡De nada, maileidi!”.
Quien dijo: “de nada, maileidi”, es el “Neza”, alias Sergio Buenfil Borges, roquero hevimetalero, personaje conocido del ambiente subterráneo, que posee enorme creatividad expresada tanto en el diseño de autoconstrucción en su casa, hecha de mampostería, como en la obra de una hermosa “casita de árbol” arriba del cedro, para que jugaran sus chamacos.
Arte Povera: arte pobre (Germano Celant).
Se llama Domitila (“Tila”) y borda precioso. Aunque padece de discapacidad que no le permite hablar claro, es muy laboriosa y crió siete dzirises. Es una bisabuela que luego de entregar el encargo de una almohada bordada con la leyenda “Duerme mi amor”, y como no sabe leer, le dio por repetir ese diseño que le gustó, pero en “una servilleta”. Imagínense la “ingenuidad”: una servilleta con la leyenda: “Duerme mi Amor”, bordado bellamente en “punto de cruz”.
¡Arte naif de 18 kilates!
Arte de niños, “povera” o “naif”, pero arte al fin. A diferencia de, como decía un colaborador de Novedades, algo creado por un “advenedizo”, aficionado o “diletante”. Como algunos creadores de Arriba, del norte opulento “dzul”, auto promovidos como “artistas”, cuando en realidad son seguidores del arte, pero sin “propuesta estética básica”.
Ex director de facultad de la Uady, ex director de cultura de la misma Uady, “reinas de Polanco”, perdón, del Campestre, y hasta un millonario libanés, decidieron “ser artistas”, y, una de ellas, hasta se formó en una universidad en Florencia, para regresar, poner una academia de “artes finas” (¿?). Hoy, junto con otra madame, promueven el bordado. Pero como “arte”, no como “chan artesanía” (¿?).