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Ya en columnas anteriores he hablado sobre la existencia de dos países, uno que vemos claramente las y los mexicanos, y otro totalmente diferente que ven el presidente López Obrador y todos sus adeptos incondicionales y aplaudidores. Mientras que en el primero se continúa viviendo con inseguridad, desempleo y desigualdad, en el segundo, como si se tratara de un cuento de hadas -después del final feliz-, se percibe todo lo contrario al primero, como si fuéramos un país de primer mundo, con igualdad, acceso a mejores oportunidades y con seguridad.

El inconveniente de vivir en un país donde su máximo tomador de decisiones vive en una realidad distante a la real es que aquél actúa con total falta de empatía; las consecuencias no hemos dejado de vivirlas desde que inició la presente administración, la ultima y más preocupante es la reducción de las vacunas próximas a recibir, ya que la ONU hizo un llamado a los países con ingresos altos a disminuir su exceso de compra para darle oportunidad a los países más pobres, y ya que nuestro presidente nos visualiza como un país privilegiado ha acordado dicha reducción.

Sin embargo, ante el cuestionamiento de los medios sobre cuál será el número de reducción de vacunas, durante cuánto tiempo y en qué condiciones, el gobierno de México simplemente no sabe qué contestar y justo cuando podemos pensar que no podemos tener un peor escenario en el proceso de vacunación, la jefa de vacunación contra el Covid-19 renuncia, generando el pretexto perfecto para justificar el fracaso y demora en la vacunación.

Y eso es la punta de un iceberg gigante de omisiones, por ejemplo, a nivel educativo miles de niñas y niños no están aprendiendo lo que les corresponde, llevándolos a vivir un futuro incierto y desigual con respecto a sus pares que estudian en escuelas privadas, y cuya responsabilidad por ensanchamiento de la brecha de desigualdad será la pobreza presupuestal que este gobierno ha tenido para la educación de las y los niños mexicanos.

En materia energética existe un desmantelamiento de los pocos avances que se tenían, nos quedamos prácticamente sin inversión extranjera y además retrocedimos tres siglos al volver a apostarle a las energías no renovables y contaminantes.

En turismo vamos por las mismas, una pandemia que aún continúa galopante y programas que no garantizan la salud de los turistas internacionales, políticas de ausencia para captar más recursos económicos del exterior mientras se cuida a las y los mexicanos del interior. El PIB por los suelos, la pobreza por las nubes, la empatía gubernamental por parte de AMLO ausente, la desigualdad ensanchada, la delincuencia desatada, la educación dormida, la salud cargada por unos cuantos profesionales de la medicna y el país en un verdadero despeñadero; eso sí, no le preguntemos al presidente, ya que seguro dirá que estamos mejor que cuando estábamos peor.

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