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Entre nuestros refranes más famosos hay uno que dice que cuando se junta el hambre con las ganas de comer todo puede suceder, y éste aplica muy bien cuando se juntan el miedo y la falta de información, un caldo de cultivo que el Covid-19 ha aprovechado muy bien para diseminarse por todo el estado y la república, y es que dentro de los absurdos históricos que recordaremos está cuando, en el mes de febrero y marzo, las personas abarrotaron los supermercados para comprar papel sanitario, sí, no debemos olvidar que un gran grupo de personas compró dotaciones de papel higiénico como si eso fuera la cura de la pandemia que se avecinaba.

A este fenómeno se le conoce como “comportamiento de rebaño” y ocurre cuando un grupo de personas realiza una acción y todas lo siguen; este comportamiento en específico, aunque chistoso, es sumamente inofensivo, ya que si una persona decide comparar media quincena en papel higiénico esto sólo causará un breve desabasto, pero luego el sistema se recuperará.

Para el mes de abril existía muy poca información sobre el uso de cubrebocas, por lo que las obligaciones de ponérselo no eran tan fuertes y como muchas personas no lo utilizaban otras decidían imitar ese comportamiento, en este caso el peligro comenzó a aumentar, ya que un comportamiento dañino individual puede causar efectos adversos en el resto de la comunidad.

Para mayo los negocios que estaban cerrados comenzaron a abrir, por lo que tuvieron que establecer medidas para evitar contagios, una de éstas fue el uso de los termómetros infrarrojos, y de nuevo el comportamiento de rebaño actuó esta vez para desincentivar su uso, aduciendo que “mataban sus neuronas”, como si dos pilas doble A tuvieran semejante poder; para junio se recomendó el uso de oxímetros para determinar la saturación de oxígeno en la sangre, es decir, como una medición temprana para posibles complicaciones del Covid-19, sobre todo en aquellas personas que no presentaban como síntoma el aumento de temperatura, ahí el comportamiento irracional volvió a actuar diciendo que era una forma para que los negocios se robaron tu huella digital y así robarte tu identidad y dinero (¿).

Estos dos últimos comportamientos en manada ponen en mucho riesgo a las personas que siguen todas las normativas, puesto que al negarse a que se les mida su temperatura y su saturación de oxígeno de manera correcta, evitan que a los enfermos se les niegue el acceso al lugar y por lo tanto aumenta la posibilidad de contagio en el negocio.

Para julio llegó a nosotros el dióxido de cloro, un pseudomedicamento prohibido por las instituciones de salud mexicanas y extranjeras para combatir el virus; este producto tóxico dejaría graves secuelas hepáticas y renales en las personas que lo consuman, secuelas irreparables, únicamente por seguir al rebaño y lo dicho por la vecina.

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