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La construcción de una sociedad incluyente se forja respetando, cuidando y haciéndole justicia a todos los seres vivos que en ella conviven, sin importar si son seres humanos, plantas o animales. La realidad es que para los primeros el alcance de la justicia sigue siendo limitado, complicado y muchas veces inexistente. Nosotros, como personas, podemos hablar, defendernos y demandar ante la sociedad cuando somos víctimas de injusticias. Sin embargo, esto no aplica para quienes no pueden expresarse con palabras; los animales por siglos han sido víctimas sistemáticas de violencia y eso ha cambiado muy poco en los últimos años, y aunque la conciencia de hacer denuncias ha ido en aumento, las autoridades han decidido mirar para otro lado en vez de enfrentar a aquellos que quebrantan la ley.

En los meses pasados se ha escuchado de un caso en Tekax, donde un hombre tiene tres carpetas de investigación por agresión sexual a perros domésticos, que, aunque empezó como un rumor, se confirmó con un video del sujeto agrediendo sexualmente a una perrita en la sala de su casa. A pesar de que existen las carpetas de investigación en la Fiscalía General del Estado, esto no ha conducido a ningún tipo de acción por parte de la justicia yucateca, es más, el autor del crimen ni se ha presentado a declarar.

Los abusos sexuales contra los animales constituyen fuertemente un tipo de maltrato cruel, no sólo por lo que representan en cuanto a daños físicos para el animal doméstico, sino también por el menosprecio absoluto a la dignidad y vida del animal que los sufre. Debe evidenciarse que las agresiones sexuales contra los animales comprometen de manera directa la integridad corporal, emocional y cognitiva del agresor, convirtiéndose en un peligro constante para la sociedad, ya que quienes han abusado sexualmente de animales están estrechamente relacionados con la comisión de delitos sexuales contra mujeres y niños. Lamentablemente los círculos sociales familiares cercanos a los agresores, aunque conscientes del delito, se mantienen al margen por vergüenza al considerarse un tema tabú, y terminan encubriéndolo en muchas ocasiones.

Es claro que las autoridades judiciales del estado invisibilizan las grandes injusticias que vivimos los yucatecos, y en el caso del maltrato animal doméstico, esta actitud se potencializa aún más; la abstención del cumplimiento de la acción judicial por parte del juez también es algo que debe ser visibilizado y mencionado, ya que nos habla de la ausencia de justicia por parte de nuestras autoridades judiciales como se ha mencionado en múltiples ocasiones en el pasado.

Quienes abusan de seres vivos que no se pueden defender son enfermos que deben ser aislados y tratados; ya nuestro código penal en el título vigésimo tercero, en específico en el artículo 407 tipifica el abuso sexual animal como delito, sólo falta que los jueces decidan leerlo, pero sobre todo atenderlo, ya que no hay delitos insustanciales.

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