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En 2000, cuando la oposición encabezada por Vicente Fox llegó a Los Pinos, muchos decían que el PRI estaba prácticamente muerto, que sus días estaban contados y que si sobrevivía era para quedar como un partido satélite más, reducido a casi la nada. Sin embargo, a pesar de las predicciones, el Revolucionario Institucional en lugar de decaer comenzó a retomar fuerza; fortalecido por un presidente que sacaría a las “víboras y tepocatas” que estaban en Los Pinos y que no sólo no lo hizo, sino que se terminó acurrucando a su lado, y claro, otro que sería el presidente del empleo y que no fue más que el presidente de la guerra; ambos nos costaron mucho crecimiento y vidas.

Es así como en 2012, el PRI recuperó la presidencia, con una estrategia que buscaba incluir a figuras “jóvenes” que se encargarían de rescatar la confianza perdida durante años, nada más lejano de la realidad -la generación peñanietista-, fueron aún más burdos que los viejos, se llenaron a manos llenas con los recursos del Estado, y lejos de ganarse la confianza, se ganaron la aversión de la ciudadanía.

Los priistas más antiguos tenían la esperanza de que en 2021 se recuperarían, tal y como pasó en 2003, nada más alejado de la realidad. La desbandada que se ha dirigido a otros partidos -sin excepción- es un claro síntoma de la debacle del PRI. Las razones de éstos no sólo son las derrotas, sino la falta de capacidad de escuchar, entender y ser sensible con la ciudadanía, pero también con su militancia, que durante varios procesos se ha sentido desplazada.

Pero a pesar de que en otras ocasiones ya hemos matado al PRI, la diferencia en esta ocasión es que ha perdido gran parte de su dominación a nivel nacional, ahora no sólo ha sido reemplazado, sino que ha sido sustituido, su lugar ha sido ocupado por fuerzas políticas que han sabido adaptarse a una realidad moderna, la cosmogonía que nutría al PRI, ha sido remplazada por el partido del actual presidente, que rinde “culto” a una persona, algo que el PRI llamaba “ser institucionales”.

Al final, Morena ocupó el lugar del PRI, no por representar un cambio, sino porque fue el que logró mimetizarse más al dinosaurio, se robó las organizaciones populares, las estructuras corporativas y hasta sus cuadros. Se quedará un partido que más bien será un cascarón, lleno de figuras que se negarán a cambiar pero que tienen una gran cantidad de dinero que han obtenido por vivir del Estado, su jubilación se anticipará y en unos años podremos ver la liquidación de sus activos y el adiós a una antigua era institucional que no queremos volver a ver y que será necesario erradicar de una vez por todas.

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