Mudarse es lo de hoy
El poder de la pluma
Desde que tengo pocos años de edad me mudé a la playa en verano, o por lo menos en julio, en compañía de la familia –y, como entonces se usaba-, de una cantidad incontable de parientes y amigos que se refugiaban en la misma casa que vivías durante lo que los yucatecos aún llamamos la temporada.
Gratamente en muchos casos esas costumbres siguen a pesar de los celulares, los automóviles veloces, las aplicaciones para pantallas de todo tipo. En las casas de playa hay lotería, alguien que quiera cantar las cartas, hojas y plumas para jugar basta y juguetes de todo tipo para la arena y el mar.
Recuerdo que para agosto o regresabas a Mérida o te correspondía ir a otra ciudad en la búsqueda de saludar a algún pariente de tu familia, generalmente materna, aunque Dios era el único que sabía qué ocurriría. Así era el verano peninsular y yo feliz andaba como gitana, algo que hasta hoy me gusta y que me identifica con los millenials y centenials que viajan por el tiempo y no les importa la distancia, disfrutan el recorrido.
Ellos sin embargo no piensan echar raíces, sino vivir aquí y allá, conociendo el mundo, este planeta lleno de personas que hoy se mudan principalmente por razones de seguridad, incluso de continente.
No es sorprendente la cantidad de africanos que en busca de oportunidades o de continuar su vida huyen en cualquier vehículo que permita ocupar un lugar en algún pueblo europeo, o los habitantes de cualquier nación que tratan de escapar de las balas.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Población, una fecha con la que la Organización de las Naciones Unidas pretende centrar la atención en los asuntos todavía pendientes de la conferencia internacional de 1994 sobre la población y el desarrollo, porque después de 25 años aún urge lograr un desarrollo sostenible.
La salud y los derechos reproductivos no son una realidad para todos.
Y si seguimos por este camino, tampoco lo serán la vivienda, el respeto a la individualidad, el tema de la educación y una serie de preocupaciones que deberían tener los gobiernos en conjunto con la sociedad civil, ya que además tenemos un trabajo muy complicado frente al llevado y traído cambio climático, que nos debería de ocupar sobre todo por la supervivencia humana.
Incluso nuestra ciudad se ha vuelto zona franca para muchos de quienes huyen de la falta de seguridad, de la sobrepoblación, de los estragos que la naturaleza deja en sus hogares, en fin para buscar un mundo realmente mejor.
La propuesta es hacer algo cada uno desde su trinchera que por muy menor que se considere aporte a la población de este mundo que sigue creciendo.
Y yo mejor aprovecho que es lunes y que apenas comenzó el verano para buscar a otros que también quieran celebrar la población que hoy somos. ¡Que sea feliz!