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He escuchado sobre la educación para la paz desde hace mucho tiempo porque hay organizaciones civiles sin fines de lucro en la Península de Yucatán que dedican sus esfuerzos a replicar sistemas que promuevan la cooperación en lugar de la competencia.

Para la Organización de las Naciones Unidas éste “es un proceso de promoción del conocimiento, las capacidades, las actitudes y los valores necesarios para producir cambios de comportamiento que permitan a los niños, los jóvenes y los adultos prevenir los conflictos y la violencia…”, es decir, seres humanos con conciencia.

Y es que durante la Cumbre de los Premios Nobel de la Paz escuché a muchas de las personas que han obtenido el galardón y otros personajes hablar sobre este tema desde sus puntos de vista y trincheras.

Una de las frases que se me quedó grabada fue la que dijo Joy Huerta durante el foro en que participó al referirse al desconocimiento: “No hay ser humano más peligroso que el ser humano ignorante” y ahí puedes entender que estar educados en paz tiene una trascendencia enorme. Los líderes mundiales que conversaron en Mérida sobre diferentes tópicos siempre se refirieron a sus distintos temas señalando la forma en que nos expresamos y que al final marcan el sentido de lo que estamos diciendo.

La misma Joy Huerta comentaba que a los mexicanos nos gusta mucho hacer chistes de gallegos, pero ahora que ella tiene amigos de Galicia ya no le encuentra sentido a esas bromas, por el contrario la incomodan. Entonces escuchas a los premiados decirle a los gobiernos que urge invertir en la educación y a los jóvenes que practiquen el cambio que erradique la violencia.

El ex presidente colombiano Juan Manuel Santos, Premio Nobel en 2016, dijo en una de sus varias presentaciones que “la educación por la paz es un deber trascendente y abarca la vida entera”, por eso es urgente dedicar recursos no solo monetarios a las escuelas para que se trasmita este mensaje.

Y así escuché a Kailash Satyarthi decir que debemos soñar, descubrir y hacer el cambio, olvidar la división entre las personas; a Frédéric Vacheron comentar que hay que replicar el respeto a los derechos humanos y construir un sistema libre de prejuicios; a Ingeborg Breines asegurar que es necesario proponer ejemplos que muestren el cambio. Las palabras convencen pero el ejemplo arrastra.

Mas el tema no termina ahí, está el llamado de Rigoberta Menchú a no ver nuestras diferencias como un conflicto sino como una ventaja, pero eso sí ,vigilar nuestra conducta como humanos. No tocar el claxon con furia cuando alguien no avanza con la luz verde del semáforo, estacionar en un lugar de discapacidad cuando puedes caminar sin ayuda, no desacreditar a los demás por su lugar de nacimiento, creencias, costumbres o simplemente para lavar tu honra, quedarte con algún objeto que no es tuyo o cualquier forma de aprovechar una ventaja que no te corresponde.

Yo mejor aprovecho que es lunes para felicitar a Edson Pompa que cumple años y quien también dedica su talento a la búsqueda de la paz. ¡Que sea feliz!

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