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Es el último lunes de 2019 y tiene demasiadas responsabilidades para ser de 24 horas, pero tendrá que aguantar sobre todo la reflexión de quienes piensan en todo lo que se fue y no lo que dejó. Por eso, aprovecho para agradecer a las personas que de forma voluntaria o involuntaria pusieron enseñanzas en mi camino.

Sé también que hay quienes ni siquiera son conscientes de que lo hacen y desde mis letras reconozco su colaboración para mi futura graduación en este camino llamado vida, porque soy repetitiva en cuanto a las habilidades blandas se refiere.

Pero tengo que admitir que la disciplina quizá es una de las mejores lecciones de este 2019, porque las situaciones que se presentaron en diferentes momentos de los 363 días pasados hicieron cambiar la rutina y entender que es cuestión de organización.

Otra cosa buena es aprender a aguantar la crítica de los cercanos; hay que entender que no siempre estamos listos para escuchar la verdad de quienes te rodean y caminar sin hacer que esos comentarios terminen con tu entusiasmo, así como entender que su sentir es porque ven tu tránsito desde su butaca que puede ser diferente a la tuya, pero también suma.

En el repaso de los regalos del Universo debo contar que conocí nuevos sitios cercanos y lejanos, además de que disfruté de regresar al Yucatán que todavía se guarda en sus municipios, también ser parte de comitivas que nunca imaginé, asistir a momentos especiales en la vida de otros porque quisieron compartirlos conmigo, ser testigo de los éxitos de muchos que alegran honestamente mi corazón, reencontrar amigos de otras décadas que siempre son un tesoro, conocer extranjeros que te muestran Mérida con otros ojos, otras formas de disfrutar sus calles, sus restaurantes, las fusiones que hoy son parte de su historia, su gastronomía, sus mañanas, sus extraordinarios músicos, brillantes cocineros, en fin todo su color.

Ser feliz de disfrutar el pan, la sal y hasta el vino con quienes siempre han estado, apoyar a los quereres en las ausencias terrenales que estoy segura que son las más pesadas, permanecer estoica ante la adversidad que provoca la enfermedad en tus amores, aplaudir las decisiones para cambiar, presenciar muchos amaneceres, las lunas llenas, subir y bajar de peso, acompañar en la soledad, apuntalar en la adversidad, agradecer a esos que estiran la mano para sostenerte en la desesperación, la silenciosa compañía de los que dicen presente aunque no estén junto a ti. Pero lo más importante me parece es conservar la salud y acompañar a los míos en sus momentos especiales.

Con este recuento puedo imaginar que quiero que 2020 traiga mejores cosas para este país, que tendrá el festejo de un nuevo aniversario de la capital yucateca, el carnaval, el censo de población y vivienda para entender cómo hemos crecido, pero también traerá a Yucatán el tianguis turístico así como mexicanos y extranjeros que la elegirán como su nuevo sitio de vida.

Yo por eso aprovecho que es lunes para desear a todos que tengan un maravilloso año 2020. ¡Que sea feliz!

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