El día de la tierra
El poder de la pluma
Cada 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, aunque la fecha fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas en 2009 para hacer conciencia de los problemas que provocamos los humanos al planeta, como la contaminación, el daño a la biodiversidad y otras afectaciones ambientales.
Desde 1970 se hacen esfuerzos en muchos países para coordinar acciones en bien del medio ambiente. Nadie imagino, supongo, que sería una crisis mundial de salud la que le daría un respiro al planeta.
El alto al uso de vehículos sin importar el tamaño, fábricas paradas en muchas naciones, barcos sin moverse y así podría enumerar un sinfín de acciones que juntas han permitido la relajación del ecosistema.
Las medidas de confinamiento permiten la reducción del dióxido de nitrógeno, que se puede apreciar desde los satélites, las estaciones de medición instaladas así como fotografías más claras de las ciudades. La Agencia Europea del Medio Ambiente dice que los niveles de contaminación habrían disminuido un 51 por ciento en las tres primeras semanas de confinamiento respecto a las mismas tres semanas de 2019.
El periódico El país publicó hace unas semanas que una situación similar se vivió en el resto de la Unión Europea con las medidas de aislamiento social. Según datos de la Agencia de Medio Ambiente, en las capitales de la Unión Europea, como París, Luxemburgo, Roma y Lisboa, la contaminación ha descendido en más del 47 por ciento.
Hay una lista interminable de videos que muestran animales acercándose a los sitios donde no es normal su convivencia con los humanos: un venado en las playas de Telchac, un Leopardo en la terraza de una casa, elefantes cruzando una carretera en Tailandia y así.
A lo largo de la historia, en el Día Internacional de la Madre Tierra, se han llevado a cabo limpieza de playas, ríos y otras actuaciones mundiales como la de 1990, cuando alpinistas chinos, soviéticos y estadounidenses formaron un equipo para recolectar basura dejada en el Monte Everest por anteriores expediciones, reuniendo más de dos toneladas.
Sin embargo, cada quien, desde su casa, puede aportar un granito de arena a este planeta que nos da cobijo y al que deberíamos de proteger como lo hacemos con nuestra casa.
El domingo pasado una campaña invitaba a barrer tu calle, limpiar tu banqueta y hasta lavar la fachada de tu casa; por lo menos a mí alrededor nadie más se apuntó a este llamado.
Pareciera que solo algunos entienden lo que sucede a nuestro alrededor y los demás continúan su vida como si nada les fuera a ocurrir.
Mientras continuaré contribuyendo con el planeta en ahorrar agua y energía eléctrica, seguir seleccionando la basura en cinco grupos y cuidando las plantas en el pedacito de tierra que me toca cerca. Mientras aprovecho que es lunes para felicitar en la sana distancia a mi querido José Luis Arcila, que hoy cumple años. ¡Qué sea feliz!