El club de las cinco
El poder de la pluma
Tener un grupo de apoyo es algo muy valioso en esta vida y espero que pueda explicar el sentimiento de agradecimiento que me inunda por un equipo de médicos, amigos, colegas, hermanos, hasta los camaradas de mis padres, quienes me han apapachado en este recorrido del Covid-19 que ha estado más cerca de lo que yo hubiera querido.
Las emociones que me dejó el saberme positiva del coronavirus fueron más que complicadas, ya que siempre me sentí protegida, al salir a la calle solamente para trabajar o ir a comprar los alimentos necesarios con el tapabocas, todo tipo de careta, lentes, gorra y hasta guantes.
No tengo idea de en qué momento perdí, en qué instante el bicho llegó hasta mi sistema inmunológico, pero agradezco la sutileza con la que el virus me ha tratado, sin sobresaltos, quizá gracias a la poca exposición, así como la responsabilidad en los cuidados que tuve después de saber que era positiva.
Pero no lo hice sola. Durante los días guardada en cama, a las cinco de la tarde sin falta dos médicos con sus encantadoras esposas dedicaron tiempo a mis padres y a mí conectándose a través de la tecnología para conocer los pormenores del día, la cantidad de oxigenación, los datos básicos sobre presión y temperatura, pero sobre todo el ánimo, el entusiasmo y las risas que compartieron. Atentos, amables, preocupados, ocupados, comprensivos, simpáticos, un tremendo club de la cinco. Eso se llama solidaridad.
Entonces entendí porque Chepita Kakatúa de la Papaya Fresca de Umán pone tanto empeño en ofrecer palabras de aliento a otros, en las razones que mueven a doctores del Hospital de Alta Especialidad de la Península de Yucatán a regalar letras de aliento, mensajes de apoyo, el intercambio para los pacientes que luchan esta batalla en la soledad a la que te obliga la enfermedad.
Este Sars COV 2 tiene muchísimas cosas que no entendemos, y otras que nos preocupan, el tema económico es por mucho uno de los más tocados, obviamente la salud y la educación, pero de por medio están los juegos de la mente que te llevan a lugares jamás imaginados, incluso por mí que he tenido otros momentos importantes donde conservar la salud; me hizo cambiar mi vida para siempre.
Hoy escribo desde el agradecimiento a todos quienes se tomaron la molestia de escribirme mensajes, llamarme, enviarme algún detalle e invito a quienes quieran a cooperar incluso con los desconocidos para darles ese mismo aliento para hacer llevaderas las muchas horas estresantes de convalecencia. Yo lo haré.
A Jorge, Olga, Rosy, José Luis, Alfonso y Yoly, gracias por ese maravilloso club de las cinco, a David y Edwin por las mañanas de distracción y los polcanes, a Mya por correr cada vez que la espanto con una llamada. Simplemente gracias.
Hoy también aprovecho que es lunes de agosto para felicitar a mi talentoso hermano José Luis Martín que hoy tiene la gracia de cumplir años.
¡Qué sea feliz!