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El sábado escuché la plática de un querido amigo a un grupo de mujeres sobre las preocupaciones que a veces tenemos como seres humanos y que se vuelven pequeñas tonterías frente a los desafíos que todos los días nos presenta la vida misma, más en tiempos de pandemia.

David Salomón hablaba, sin palabras científicas, del poder que tenemos como mujeres, de cómo nos tratamos, de qué nos decimos, pero sobre todo de cómo, en ocasiones, nos dejamos llevar por cuestiones que aprendimos en el trayecto de la vida y que en realidad no tienen ninguna importancia.

Y escucharlo a él compartir sus experiencias me llevó a pensar en un libro que me leía Naomi, una sobrina de once años con ganas de compartir conmigo letras sobre mujeres mexicanas que el texto denomina como “chidas” y tiene razón. Y así, al escuchar el relato, recordé a una abogada, que ya conocía, Adriana Macías, quien se tituló sin contratiempos pero al descubrir que nadie la contrataría, porque nació sin brazos, decidió comenzar a escribir, a impartir conferencias de superación y hasta diseñar su propia marca de ropa utilizando sus pies.

Además descubrí la historia de Adhara Pérez, una niña de apenas ocho años de edad con un coeficiente intelectual que supera el de Einstein y quien cursa actualmente dos carreras en línea pero a quien cuando tenía tres años le fue diagnosticado espectro autista. En concreto, síndrome de Asperger. Sin embargo, cinco años después ya tiene ofrecimientos de una Universidad en Estados Unidos para estudiar astrofísica. El sueño de esta pequeña es ser astronauta y pareciera que el cielo es el límite.

No me alcanzaría el espacio para seguir describiendo a mujeres mexicanas que no se detuvieron a pensar en el diagnóstico de los médicos, seres humanos que con muchas ganas y con la colaboración de sus papás fueron a perseguir sus metas, a superarlas y dejarse de preocupar por lo que se dice de ellas para ocuparse de sus ganas de conseguir lo que anhelan.

Y ahí las palabras de David Salomón nuevamente me recordaron que el trabajo de dar cariño a la persona más importante de tu vida que eres tú puede hacer la diferencia. El comentaba a quienes asistimos a su ponencia que esa labor de apapacharnos no debería acabar nunca, que tratarse bien siempre dejará buenos resultados a los seres humanos y que ser auténticos nos vuelve indestructibles.

Hay en Yucatán cientos de ejemplos de mujeres que todos los días se levantan a laborar para cumplir sus metas, que en muchas ocasiones los sueños son alimentar a sus familias y procurarles el mejor nivel de vida que les puedan proporcionar, lo que no es una tarea menor, más si se tienen que enfrentar al desafío de tener consigo una persona con discapacidad. Mi reconocimiento a todas ellas.

Hoy también aprovecho que es lunes 7 de diciembre para felicitar a mi querida maestra de vida Laura Méndez, a la adorada fashionista Zyan Barragán y a mi apreciada periodista Ingrid Salazar que tienen la maravillosa alegría de cumplir años. Larga vida. ¡Que sea feliz!

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