Cuidar al enfermo
El poder de la pluma
Esta semana se conmemora la Jornada Mundial del Enfermo, un momento particular este 2021, debido a que llevamos más de un año en el mundo, aunque en México apenas nos acercamos a los 365 días, con el conocimiento de una pandemia a la cual pareciera no podemos ayudar a terminar.
Pero los padecimientos van más allá del SarsCoV-2 y no estamos exentos de ninguno de ellos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que México es el segundo país con mayor porcentaje de gasto de bolsillo en salud, uno de los más altos en el mundo, mientras que el presupuesto de la Secretaría del ramo disminuyó más del 20 por ciento -en términos reales- durante el actual sexenio.Para complicar más el panorama la organización asegura que si una familia promedio tuviera que pagar el total del tratamiento de diabetes en nuestro país, debería vender su patrimonio. Pero en muchos hogares esa es la historia y pareciera que las pérdidas de ingreso podrían alcanzar el 1% del producto interno bruto.
En el planeta los esfuerzos de las naciones siguen fijados en lograr alcanzar (de la mejor manera posible) la agenda 2030, sin embargo, estimaciones de la OCDE advierten de otra posible crisis de salud en México debido a la obesidad.
Las estadísticas indican que en nueve años más el 40% de los adultos tendrá sobrepeso, principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas, que representan 7 de las 10 principales causas de muerte, entre ellas la diabetes. A todas estas cifras habría que agregar que más de 16 millones de mexicanos carecen de algún tipo de protección financiera en salud. Sin embargo, un tema importante que no debemos olvidar es que las personas enfermas requieren de cuidados y cuidadores, sea médico, enfermera, incluso alguien de la familia o bien contratar a una persona para atender las necesidades de quien ha perdido la salud.
Dice el Papa Francisco en su carta sobre esta jornada del enfermo que “la pandemia ha puesto también de relieve la entrega y la generosidad de agentes sanitarios, voluntarios, trabajadores y trabajadoras, sacerdotes, religiosos y religiosas que, con profesionalidad, abnegación, sentido de responsabilidad y amor al prójimo han ayudado, cuidado, consolado y servido a tantos enfermos y a sus familiares”.
Pero nunca nos ponemos a pensar que esas personas también se cansan, se estresan y por lo tanto se enferman, entonces sería responsable pensar que no cuidarnos a nosotros mismos nos llevará a un pozo mucho más profundo del que hoy nos encontramos. No dejaré de mostrar mi admiración por quienes en el primer frente de batalla no se cansan (o seguro sí pero siguen) de atender a quienes tienen la necesidad de llegar hasta la hospitalización y cualquiera que fuera el caso admiro la empatía con los enfermos, sin importar cuál sea el padecimiento. A todos ellos: gracias.
Yo aprovecho que es lunes de febrero para felicitar a todas aquellas personas que son grandes cuidadoras. Gracias por su entrega y paciencia. ¡Que sea feliz!