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Alguien que me quiere, me queda claro, decidió pagarme una deuda que tenía pendiente con una institución con la única razón de quitarme una preocupación sin que yo se lo pidiera. Esa forma de ayudar me hizo reflexionar sobre la famosa cadena de favores.

Es que ahora estamos haciendo efectiva esa forma de ser dadivoso en manos de la sociedad civil que, ya lo había comentado antes, se ha puesto las pilas para juntar dinero, despensas, protección para el personal de salud, equipo para los hospitales y así la larga lista de solidarios.

La pandemia ha dejado en el mundo mucha necesidad y Mérida no es la excepción. Seguramente en los otros 105 municipios de Yucatán hay infinidad de historias muy parecidas de quienes se han quedado sin su medio para subsistir, pero afortunadamente hay miles que ayudan sin que nadie se los pida.

Varios ciudadanos distinguidos como Macarena Mantecón, que preside Funsayuc, Michelle Byrne que encabeza la Cruz Roja en Yucatán, los patronatos de cientos de organizaciones, el Banco de Alimentos, David Cetina al frente de otros chefs que cocinan y organizan despensas, Asociación China Península de Yucatán, México, A.C, al mando de Bai Yi, el Libanes de Mérida que comanda Sergio Abraham y cientos de quienes donan comida, tiempo, talento, música y mucho amor.

Ejemplo de ello es una historia que contamos en los informativos de radio y televisión de grupo SIPSE de dos familias que en algún punto de la capital yucateca se enfrentaban todos los días al tema de qué darles a los hijos para alimentarlos y provocó el inicio de esa cadena de favores de la que hablo que se hizo extensiva con alguien que entiende que en su necesidad hay espacio para ayudar a otros. Con mucho o con poco tiene la capacidad de otorgar un poco más.

Hay empresarios como Francisco José Gasque Castilla, Esteban Roche Rivero y Mario Andrés Ancona García, quienes apoyaron a la Secretaría de Salud de Yucatán para comprar un equipo que servirá para atender a pacientes que han contraído el coronavirus Covid-19, autor de todas estas historias.

Y entonces me emociona pensar que sin esperar nada a cambio hay seres humanos pendientes de otros que como ellos comparten lo poco o mucho que tienen para evitar hambre, para acompañar en el momento de la preocupación, para llamar al indicado que te permita otorgarle paz a quien le urge información sobre su familia y así decenas.

Debo confesar que me hace sentir afortunada ver que alrededor hay amigos, compañeros, conocidos que acuden al llamado sin haber sido convocados, eso es estar en medio de una serie de buenas intenciones que nos hacen pensar en el futuro de este país en alianza con quienes gobiernan los ayuntamientos o las entidades pensando en cumplir la meta para la que fueron electos, o bien a pesar de quienes detentan el poder en el país.

Hoy aprovecho que es lunes, todavía de mayo, para felicitar a todos los seres humanos que han dedicado su tiempo a enseñarme a ser agradecida. ¡Que sea feliz!

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