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Es el momento de recordar algo que algunos nunca debimos olvidar. Reducir.- La cantidad de basura que generamos, pues es una razón importante del actual problema de contaminación en mantos freáticos y del aire, a más de los incendios que con frecuencia se presentan en los tiraderos a cielo abierto. También tiene mucho que ver con el tema económico, cuando observamos los empaques suntuosos con que nos presentan los productos en los anaqueles. Les puedo asegurar, por un estudio que se realizó hace algunos años, que el 50% de los empaques son más caros que el producto que contienen. ¿No tengo que decir quién paga verdad?

¿Qué hacer?: los grandes almacenes, que son los primeros compradores de estos productos, pueden exigirle al proveedor, empaques más austeros, sin variar la calidad del producto, y reducir el precio del envoltorio, a la par de una campaña que nos permita saber este movimiento que veríamos con mucha simpatía y la tierra lo agradecerá por no depositarle productos que no pudieron ser reciclados y tienen un periodo muy largo para su biodegradación. Estoy dispuesto a pagar lo mismo por la máquina de rasurar sin el empaque suntuoso.

Reutilizar.- Durante este tiempo de ocio, me he dado cuenta y recordado cuántas cosas se pueden hacer con los envases de los productos que consumimos: botellas de vidrio se convierten en vasos, lámparas y floreros, frascos se transforman en especieros en la cocina y contenedores en el taller. El jueves salí por necesidad a la calle con una máscara que vi en un tutorial, fabricada con una botella de pet, y ustedes tendrán mucha ideas más.

Reciclar.- Hace unos años, participé en la creación del INARE (Instituto Nacional de Recicladores) y voy a tratar de revivirlo en Yucatán. Esta agrupación, además de motivar a cuidar los desechos, que convierte en dinero, puede empujar fuerte para la creación de leyes que motiven el uso de productos reciclados como materia prima y combatir esa ola de fobia hacia el plástico, bolsas, popotes, etc., que seguramente tienen intereses económicos ocultos, porque es un producto de fácil recuperación y reciclaje. No mata a los animales marinos como publicitan. A los animales marinos no los mata el plástico, sino nuestros malos hábitos.

ENTRE OTRAS COSAS. Le entregué al gerente de un almacén de Francisco de Montejo una cantidad impresionante de hilos que venían dentro de dos tiras de “longaniza de Valladolid”; le dije que espero una respuesta a mi reclamación y, si no llega, en mi próxima publicación daré a conocer el nombre de la tienda y del fabricante del producto. No se vale.

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