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El 11 de julio de este año me detectaron, mediante biopsia de próstata, un cáncer agresivo de los que la ciencia clasifica grado Gleason 9, encapsulado.

He pensado optar por la VOLUNTAD ANTICIPADA, que equivale a no someterse a operaciones ni tratamientos y solo recibir calmantes cuando el caso lo requiera, que no es en este momento.

Hoy, a mis casi 78 años, tengo una calidad de vida que, midiendo del 1 al 10, es de 8.5, solo por los dolores articulares de rato en rato y el estómago lastimado por tanta comida irritante y el desorden alimenticio, asunto que a partir de hoy me propongo poner en orden.

No encuentro más motivo que el que me informan los médicos, en un acto responsable que agradezco, para cambiar mi estado actual al someterme a una operación que podría llevarme a un cambio radical en calidad de vida o a tratamientos con sus consecuencias colaterales conocidas, que también llevarían mi calidad de vida a menos, aunque con cierta lentitud.

Estoy pensando en la posibilidad de tomar “Voluntad Anticipada”, no por ser un valiente sino por ser un creyente. No quiero perder la calidad y certeza de mis creencias y aferrarme a los girones de una vida miserable a que pueden reducirme la operación o los tratamientos.

Mi vida ha sido una maravillosa aventura que he vivido “A MI MODO” y tengo derecho a vivir esta aventura de igual manera.

Puede parecer una forma de renuncia a la vida, un suicidio, pero no lo es.

El cronograma dice: El 11 de julio se detecta el cáncer. El 23 de julio el uro-oncólogo ordena estudios pre operatorios. El 16 de agosto se efectuará el último estudio y la valoración pre-anestesia. Si todo está bien, el día 20 de agosto, el especialista debe definir la fecha de operación o la iniciación del tratamiento. Ese día deberé manifestar mi decisión, que hasta el lunes 12 de agosto no había tomado.

Comparto este evento que protagonizo pensando en la utilidad que pueda tener para alguna persona. Con la finalidad de servir, que, hoy por hoy, es lo que da verdadero sentido a esta maravillosa vida. Seguiré insistiendo en aprender a servir, ya que de servirme hubo bastante y si por razones ajenas a mi voluntad tuviera que ser servido, espero que sea por el menor tiempo posible. No soy un valiente, tengo miedo, pero por encima de él, soy un creyente, quizá muy a mi manera, pero lo soy.

Si el tiempo lo permite, terminaré de escribir un libro, o quizá solo quede en apuntes, sobre la MUERTE ASISTIDA EN SALUD.

No tengo voluntad de suicida y estoy en contra de ese acto, pero respeto la libertad que tiene cada individuo a ejercer su derecho de hacerlo. Porque esta libertad atenúa el acto violento y permite razonar con un poco más de calma, y, en ese espacio, encontrar razones para no hacerlo. Es desestigmatizarlo para que pierdan el interés morboso en realizarlo concretamente los que optan por el acto violento y pasional como es en la mayoría de los casos.

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