Aceptar para avanzar
Emma Isabel Alcocer: Aceptar para avanzar
Una herramienta es un artefacto que nos sirve para modificar nuestro entorno de manera favorable; un algo que nos lleva a mejorar nuestras vidas, en resumen.
En medio de una sociedad en la cual se ha convertido en un pecado (y mortal) aceptar determinada situación o circunstancia que nos sea adversa, creo que cabe repensar el valor de “la aceptación” como una herramienta y no como un ejercicio de apatía y pasividad ante la contrariedad que pudiéramos estar atravesando.
En épocas pasadas, la humanidad veía la aceptación con buenos ojos, era incluso, en algunos casos, un atributo altamente valorado e inculcado desde la crianza; pensemos, por ejemplo, en las mujeres de la corte real europea que asumían sus roles dentro del organigrama monárquico y aceptaban su destino como una consagración divina; lo mismo, por mencionar otro ejemplo, sucedía entre los aztecas que desde edad escolar asistían al Telpochcalli o Calmecac, según estuvieran destinados, por linaje, a ser guerreros o sacerdotes, respectivamente.
En fin, la historia de la humanidad es fiel testimonio que la aceptación, en diferentes contextos y niveles, era una práctica válida, legítima y positiva.
¿En qué momento decidimos alejarnos de ella y mirarla con los ojos del escarnio? En realidad, no fue un momento específico, sino un traslado progresivo; una suerte de trayectoria recorrida que nos ha llevado a la idea que todo aquello que sea o se le parezca es negativo.
Hoy, nada digno viene de la aceptación, sino todo lo contrario, se trata de luchar por modificar tu cuerpo, tu situación laboral, tu personalidad, bueno, hasta tu edad, ya ni envejecer podemos, vivimos en un mundo globalizado que ve horriblemente mal el aceptar que el tiempo deja estragos en nuestro cuerpo: canas,
arrugas, flacidez, etc.
Todo lo anterior debe ser contrarrestado con ejercicio, suplementos alimenticios y vitamínicos, tintes para el cabello y cremas milagrosas de Ácido hialurónico.
Aceptar no está de moda, la cantidad de cursos que nos motivan a desbloquear canales cerrados en nuestra infancia y que nos garantizan una vida más plena y feliz a partir de modificar, de romper nuestros paradigmas personales lo acreditan; y esto sólo por dar un ejemplo. Romper esquemas individuales es bueno, claro que sí, en determinados contextos y etapas de nuestra vida es necesario
hacerlo; pero, de igual forma lo es, aceptar algunas cosas y circunstancias.
Aceptar que tengo determinada forma de ser y por ello debo alejarme de algunos tipos de personas; aceptar que han pasado los años y debo vestirme de forma que mi figura luzca su madurez de forma adecuada y elegante; aceptar que amo mucho esa actividad, pero que ya tengo una agenda tan saturada que debo decir “por ahora, no”; aceptar que con cada decisión vienen pros y contras; aceptar nos puede llevar a vivir sin un estrés innecesario, a mirar nuestra historia personal como lo que es y a partir de ahí, fluir con mis fortalezas y debilidades; aceptar nos puede conducir a mirar las adversidades con serenidad y así tomar mejores decisiones; aceptar puede ser una herramienta que nos permita alcanzar nuestro potencial y avanzar a nuestro propio y genuino paso.