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Para Raúl, Leo y don Antonio

Conmemoramos hoy el Día Internacional de la Mujer; sobre los orígenes se cuentan diversas versiones, pero todas llegan al mismo punto: grupos de mujeres que deciden levantar la voz ante la injusticia y en búsqueda de un ejercicio pleno de sus derechos. La primera vez que tuve conciencia de esta conmemoración me pareció de lo más extraño que me felicitaran por ser mujer, tardé en entender que no es un festejo, sino un recordatorio de lo que muchas habían sembrado para que yo pudiera gozar de una vida más o menos equitativa.

Tras muchos años de pensar y analizar lo que significa esta fecha, caí en la cuenta de lo que calla el ruido mediático: existe un silencio largo y profundo en torno al papel de los hombres en esta lucha, una omisión que los arroja al papel de victimarios y nos posiciona a todas en el de víctimas; es cierto, y las estadísticas no mienten, que nos matan más, nos violan más, nos difaman más, que aún existen conquistas salariales y laborales por consumar y otras luchas pendientes para el ejercicio pleno de nuestros derechos; pero es justo y necesario reconocer que hay hombres que han peleado hombro a hombro con nosotras, desde los trabajadores rusos de la metalúrgica que se unieron en 1917 a la protesta de miles de mujeres ante las injusticias, protesta que desencadenó que ellas obtuvieran en Rusia el derecho al voto; hasta aquellos que reducen sus jornadas laborales y desarrollo profesional para que su pareja pueda, en equidad, desarrollar su potencial en algo más que cocinar y cambiar pañales. No intento ponerlos en un pedestal, pero hay hombres que se comprometen con impulsarnos como agentes de cambio en una sociedad patriarcal; que sí hay hombres dispuestos a entregar a sus hijos todo el tiempo, amor, trabajo y recursos que merecen y necesitan, y que no lo hacen porque un juez se los ordene, sino porque responden a valores como buenos seres humanos, educados y criados en una conciencia clara de lo que significa “comprometerse”.

Tengo la fortuna de conocer a algunos que han impulsado mi trabajo, me han reconocido como igual en el campo de la vida y de lo profesional, me han demostrado que un padre es capaz de hacerse cargo de sus dos pequeñas hijas, ante el abandono de su madre; me han enseñado que, a pesar de haber sido engañados, cada fin de semana al recoger a sus hijos tratan a esa mujer como una dama porque es la imagen que quieren que los niños tengan de ella. Confío en que cada día sean más.

Hoy quiero recordar a mujeres y hombres que levantaron la voz por los que no la tenían, pero sobre todo quiero recordar que este día debemos reconocerlo como una victoria para los buenos seres humanos, los que luchan por hacer de este planeta una casa justa y equitativa para TODOS.

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