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Parafraseando a Heráclito, todo fluye, todo cambia, nada permanece. Nada ni nadie escapa a este postulado, ni la literatura misma. Eso es constatable al observar cómo los contextos sociales o simplemente las conductas basadas en modas temporales permean la narrativa de quienes tienen por oficio la escritura. Los resultados no siempre resultan agradables para todos, pero así es esto. Los fenómenos descolonizadores, las migraciones y la corriente globalizadora son cauces por donde corre la literatura modificando su rostro.

Todo esto me vino a recuerdo cuando por cuestiones profesionales tuve que leer medio centenar de obras publicadas en 2017 en el género de narrativa, dentro del marco correspondiente del Premio de Bellas Artes de Narrativa Colima 2018. Dictaminar cuál es la obra que a mi parecer tiene singularidades propias para un premio fue cuestión difícil, sobre todo tomando en cuenta que los escritores participantes son en su mayoría originarios del norte del país, donde la violencia es marca distintiva de esas regiones.

En síntesis de esta actividad lectora, tengo dos conclusiones. Una, leer a Carlos Martín Briceño en La Muerte del ruiseñor, su narrativa es una actividad exquisita, y la segunda, adquirir el Pericazo Sarniento (Selfie con cocaína) de Carlos Velázquez, que al final de horas de discusión resultó la obra ganadora de la convocatoria emitida por la Universidad de Colima. No conozco la dimensión de adictos a las drogas ilegales en nuestro estado, pero la percepción generalizada es que no alcanza las dimensiones de otras regiones del país, tal vez por esa razón la lectura de la obra no alcance a mover emociones.

La obra tiene varias características, una de ellas es el título que corresponde a la paráfrasis de la gran obra de Fernández de Lizardi, otra es la conocida adicción de Velázquez a la cocaína. Rafael Pérez Gay, colaborador de esta casa editorial, fue quien invitó al autor de la obra premiada a escribir sobre el pensamiento de un adicto. La narrativa es descarnada, Velázquez expone su tesis de ese mundo dominado por el narco, en donde la violencia expuesta por los medios de comunicación no tiene parangón con la realidad vivida por quienes pagan las consecuencias, los drogos, quienes ven cómo la caspa del diablo, doña blanca o el chichiflin aumenta de precio y disminuye de calidad.

Esta obra no es un libro de autoayuda a adictos, pero sí puede ser una valiosa prevención de las adicciones.

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