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La asunción de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, el sábado 1 de diciembre de 2018, estuvo a pedir de boca, al menos para el político oriundo de Tabasco y que tiene una finca en Palenque, Chiapas, a la que bautizó como “La Chingada”.

Salió de su cantona en la delegación Tlalpan, en un austero carrito (con posibilidades de tener aire acondicionado), en medio de un mar de personas que lo vitorearon casi a morir, y siguió su jalada, acompañado de improvisados motociclistas y ciclistas que siempre le pidieron: “No nos vayas a fallar”.
Una vez en la Cámara de Diputados, en medio de los 500 diputados y demás invitados, “Don Pejelovich” soltó un discurso de hora y 20 minutos aproximadamente. Pero antes y después hubo su movida.

Por ejemplo, en el trayecto hacia San Lázaro, fue seguido por un buen lote de motociclistas y ciclistas.
Ya en el recinto legislativo, López Obrador habló y habló a su manera. Condescendiente y fuerte, en ocasiones hasta provocador (propio de su carácter impulsivo; él diría: “Soy tabasqueño, ¿qué esperaban?”) pero, en general, conciliador.

A su lado, el presidente de la mesa directiva, Porfirio Muñoz Ledo, ex priista y ex perredista, dormitando. El tiempo ya alcanzó al veterano político y diplomático, excelente orador.

Y Enrique Peña Nieto, el mandatario saliente, con más ganas de huir que de estar presente. Le tocó soportar algunas andanadas de su sucesor. Aguantó vara el priista.

Ahora podrá retirarse tranquilo a tomar clases de inglés básico y leer, chance, “El Principito”. Tendrá mucho tiempo para ello.

PRIMERA CAIDA.- Lo demás fue cantar y coser para López Obrador. Comió con sus invitados especiales, departió con ellos, se tomó foto y después estuvo en la verbena popular en pleno Zócalo capitalino, donde le hicieron una “limpia” (supuestamente de la buena) por médicos brujos indígenas y aceptó el bastón de mando nativo, el que presuntamente le dará poder y sabiduría para ejercer su gobierno.

SEGUNDA CAIDA.- No más. Y sobrevino también un amplio discurso, de los que suele dar. Encaró, denunció y prometió de todo un poco.

Como dicen por allí, “prometer no empobrece”, pero lo cierto es que urge que tome acciones para sacar al país de la crisis y del adormilamiento en los que está sumido.

Mientras tanto, les damos a conocer algunos puntos principales de su discurso con un toque menos serio que la solemnidad.

TERCERA CAIDA.- “Voy a ganar 40 por ciento menos que el presidente saliente” (y Porfirio Muñoz bostezando); “Trabajaré 16 horas diarias” (¿y las otros 8 horas, qué pex, ni siquiera un besito a su mujer?); “Le agradezco a Enrique Peña Nieto la cortesía de no intervenir en las elecciones de julio (ah, ¿la puesta de Pepe Meade, a modo, no vale?), y después de 15 años o más buscando la Presidencia, López Obrador exclamó: “Me canso ganso”. (Pues sí).

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