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La neta que ayer miércoles, su servidor enmascarado tuvo una real pesadilla. Algo que no le desearía ni al peor de mis detractores, críticos o simplemente gente que te lleva la contraria cual “chairo” con promesa de pago a corto y mediano plazo, aparte de todo tipo de tarjetas de bienestar y para comprar, a precios módicos, churritos, globitos y bizcochitos.

En el sueño –quizá comí jamón de la actual canasta básica, el que tiene sus bordes moraditos y queso daysi región cuarta- visualizaba los problemas de Venezuela con el mandatario Nicolás (in)Maduro, sus actos represivos, sus discursos llenos de verborrea (o seborrea) barata y los desafíos al imperio que comanda el no menos “tarolas” de Donald Trump.

De pronto surgió el recuerdo del comandante Hugo Chávez, el anterior presidente de lo que él denominó por ley República Bolivariana de Venezuela y que, en efecto, era todo un dechado de populismo, pero, al menos, tenía carisma ante la gente y hasta los empresarios y muy adinerados de ese país lo veían como un político con el que se podía dialogar antes de que sobreviniera, sí o no, el chancletazo represor.

Hugo Rafael gobernó Venezuela con mano dura, casi nadie lo duda, del 2 de febrero de 1999 hasta su fallecimiento en 2013. Todos dicen que recibió “asesoría” de los hermanos Castro, Fidel y Raúl, a cambio de enormes cantidades de petróleo y otros servicios sociales de los que la isla ha presumido a lo largo de los últimos 50 ó 60 años, como la salud y la educación, pero él sabía cómo hacer que las cosas fueran menos complicadas en su país.

Casi nadie se explica cómo es que nombró sucesor a Nicolás, cuando se esperaba que el ungido por el “dedo chavista” sería Diosdado Cabello, en ese entonces líder del Poder Judicial venezolano, algo así como el ministro presidente en turno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en México con salario superior a los 500 mil pesos mensuales. Pero Chávez encumbró a un “gorila” y los efectos devastadores están a la vista, aunque los románticos de la supuesta izquierda digan lo contrario. Y, de pronto, en el sueño “espectral” apareció la imagen de un ser totalmente funesto, vulgus, “animalesco” y que responde al nombre de Gerardo Fernández Noroña, alias “El Noroñas”, conocido agitador, golpeador, provocador y vividor del erario federal.

PRIMERA CAIDA.- En la pesadilla, casi al final del sexenio de “Don Pejelovich”, una serie de acontecimientos ligan a “El Noroñas” como jefe supremo de la ya polémica Guardia Nacional.

SEGUNDA CAIDA.- Sepa Dios en qué parte del sueño, Andrés Manuel designa como su sucesor a Gerardo Fernández Noroña y hace que todos los miembros del gabinete le juren “amor eterno”.

TERCERA CAIDA.- La parte final de la pesadilla era apenas el comienzo. “El Noroñas”, presidente de México. Como niño, desperté angustiado y con la sábana mojadita…

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