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Lo que son las cosas. Como, quizá, muchos ya sabrán, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, de 72 años, fue arrestado en días pasados a petición de la Agencia para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) gringa para la sorpresa de muchos y la espera de otros.

Resulta que el militar en retiro fue arrestado, según las autoridades, por “representar al Cártel H-2”, al mismo tiempo que fungía como alto funcionario, o sea, secretario de la Defensa de 2012 a 2018 cuando el gris y “gaviotero” Enrique Peña Nieto era presidente.

Pero veamos algunas anotaciones interesantes sobre Cienfuegos Zepeda. Por lo menos ya era general cuando ocurrió la matanza en Tlatlaya y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero durante su mandato en las fuerzas armadas no investigó ni castigó a los presuntos responsables de la masacre.

No obstante, a pesar de todo ello, el militar era respetado por sus tropas, supuestamente por su seriedad y su dizque ayuda al gobierno de Peña Nieto contra los cárteles y el crimen organizado, inclusive fue premiado y alabado por su trabajo.

Pero antes de su arresto, ocurrido en Los Angeles, California, Zepeda logró acumular una fortuna, incluido un auto de lujo y una cuenta bancaria de más de 26 millones 268.784 pesos, revela su declaración patrimonial presentada a la Secretaría de la Función Pública (SFP), de acuerdo con una investigación de Los Angeles Times, en su portal www.latimes.com

Por si fuera poco, había comprado una residencia al contado por 5 millones 396 mil pesos, el 14 de febrero de 2018, y por otra casa pagó un millón 200 mil pesos en una sola exhibición, el 15 de octubre de 2018, señala la documentación oficial de la SFP. Sin embargo, ya era dueño de una vivienda de 3 millones 974 mil varos, la cual fue adquirida el 25 de agosto de 2006 y de otra casa comprada en 140 mil pesos en 1973.

Ahora, según los datos de las autoridades gringas, el general contrabandeó miles de kilogramos de cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana a Estados Unidos.

Los datos muestran mensajes a través de un teléfono inteligente sobre la comunicación que tenía con el cártel de cómo le ayudaba en las investigaciones policiales en su contra, así como operaciones contra los cárteles que tenían peleas con el Cártel H-2.

O sea, el tipo, para nada era un santo. Nada para ser “beatificado”. Empero, en el gobierno de Enrique Peña Nieto, el entonces “gran mariscal” era casi venerado. Claro que se imponen algunas interrogantes. Veamos:

PRIMERA CAIDA.- Quiquín Peña, quien supuestamente todo lo sabía, ¿sabía o siquiera sospechaba de las supuestas acciones ilegales y hasta criminales de Cienfuegos?

SEGUNDA CAIDA.- Por supuesto, el ex mandatario dirá que no. Pero, la neta, es muy poco creíble. Bueno, sepa Dios. Peña, de lo único que sabía, era de “pieles” y no precisamente de animalitos en veda.

TERCERA CAIDA.- Este caso huele a una gran podredumbre en las altas esferas federales. Le toca a AMLO beberla o derramarla.

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