Gazapo histórico
El poder de la pluma
CARNAVAL EN MONTEJO. Después de varias semanas de reposo, nuestro batidor incógnito vuelve a sus actividades y remite a esta columna una noticia interesante. El diario de casa informa que el Covid-19 corta la tradición de celebrar el carnaval.
Según esa información, “los primeros carnavales en Mérida fueron en Montejo y los comenzó el Capitán General de la Provincia de Yucatán Guillermo (Guillén, corrección de esta columna) de las Casas, hacia 1578 y 1582 (Nueva corrección: entre 1578 y 1582, periodo en que gobernó don Guillén); se celebraron también en la Plaza Grande y los Portales de Granos y el perímetro de los rumbos de Mejorada y Santa Ana”.
Como dice el ignoto batidor, entre 1578 y 1582 no existía el Paseo de Montejo. Esto es cierto, la construcción de esa señorial avenida se inició a finales del siglo XIX. En los tiempos a que se refiere esa nota la ciudad terminaba en Santa Lucía y el barrio de Santa Ana comenzaba a poblarse muy lentamente. Al situar los inicios del carnaval meridano en un sitio inexistente en esa época, la redactora cometió un error cronológico, un verdadero gazapo histórico.
El temido tirahule hace su aparición. Aprovisionada con un casi redondo pedrusco, nuestra arma dispara con tino de apache, el proyectil da en el blanco y el bonito ejemplar cae a tierra. Su destino es el morral de cazador.
FUEGO ARDIENTE. El batidor anónimo (con amplio cubrebocas por el Covid-19) sigue activo. El hombre se entusiasma por un anuncio del canal televisivo Las Estrellas, el cual estrenó hace una semanas el muy divertido teleculebrón llamado Fuego ardiente. El embozado batidor nos comenta: Menos mal que no es fuego enfriante.
¡Atiza! Un bonito pleonasmo. Como dice el Diccionario de la Lengua Española, fuego es la materia encendida en brasa o llama, que arde. Ardiente es que arde, que causa ardor. Entonces, la palabra “fuego” lleva implícito en su significado el ardor, por lo que no es necesario agregar la voz “ardiente”.
Alguien opina que en la poesía y en las canciones románticas (el fuego ardiente de tus labios) se admite decir “fuego ardiente” para enfatizar la expresión. Pero, en este caso no se trata de inspiración poética o de música, sino de una telenovela que, se supone, es un programa cultural para educar al público televisivo.
De manera automática la resortera, cargada con gruesa piedra, apunta hacia el gazapo, un raudo disparo, otra pieza termina en el sabucán y concluimos la cacería.
Hasta el próximo tirahulazo.