Cadáver sin vida
El poder de la pluma
Buenos días, estimados lectores. Animada por el éxito de su hermano Luis en la cacería de gazapos, la doctora Silvia Hoyos Schlamme se da a la tarea de adentrarse “en el proceloso mar de la letra impresa”, como dijera el inolvidable Nikito Nipongo al pescar sus tan gustadas perlas japonesas.
La apreciada profesional halla una pieza excelente: Al informar de un temible asesino de Toluca, Estado de México, al parecer refugiado en Yucatán, un periódico dice “El asesino serial es acusado de matar a tres mujeres jóvenes, entre ellas J.J.O., de 23 años de edad, quien fue reportada como desaparecida y cuyo cadáver fue encontrado sin vida el pasado 1 de noviembre”.
Tremendo hallazgo el del cadáver sin vida. Tal vez el redactor de la noticia quiso precisar que el cadáver no era un muerto viviente, un zombi, según el habla popular.
El lexicón define la voz cadáver como un cuerpo muerto, por lo que en la cláusula hay palabras de más, un pleonasmo. La honda entra en funciones y el cadáver sin vida del primer gazapo va al fondo de la buchaca.
DESLIZAMIENTO DE RÍOS
Con la resortera lista continuamos la cacería. En la prensa diaria de esta ciudad contemplamos dos ejemplares con el vicio gramatical llamado impropiedad, que es emplear las palabras con un uso distinto al que realmente tienen.
En el primer periódico que ojeamos vemos un título llamativo: Lluvias provocan deslizamiento de ríos en Tabasco. No, los ríos fluyen, se desbordan o salen de cauce, pero no se deslizan. Según el Diccionario de la Lengua Española, deslizar es irse los pies u otro cuerpo por una superficie lisa o mojada. Es un sinónimo de resbalar.
Rápidamente nuestra arma dispara una piedra de buen tamaño, cae la pieza y guardamos el gazapo en la alforja.
RINDEN LUTO
Otro diario local tiene un título curioso: Rinden mujeres chilenas luto por muertos durante el estallido social. No, no. Luto es duelo, pena, aflicción; y se manifiesta por las ropas, adornos y otros objetos que se llevan o utilizan por la muerte de una persona.
Guardamos o llevamos luto, pero no lo rendimos. La voz “rendir”, junto con algunos nombres, toma la significación del que se le añade. Así, decimos correctamente:
Rendir gracias, agradecer; rendir obsequios, obsequiar. Mal diríamos: rendir luto, que quiere decir enlutar.
De nuevo la resortera hace su aparición y, tras certero disparo, el último gazapo llena nuestro sabucán.
Hasta el próximo tirahulazo.