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AVER POR HABER. Nuevamente aparece un error muy común en periódicos, revistas y otros medios impresos. En la primera página de un diario local de reciente existencia vemos la fotografía a colores del interior (no al interior, como malamente se dice) de un autobús con conductor y dos pasajeras. El título dice: Inicia proceso de ajuste por paraderos reubicados.

Al pie de la imagen surge un veloz gazapo: “El primer mes va a ver mucho caos, mucho desorden y desinformación en el centro, mientras todos nos adaptamos a estas nuevas medidas, pero cuando nos vayamos acostumbrando las cosas van a mejorar y mucho, sostuvo el gobernador Mauricio Vila Dosal”.

No, el primer mes no va a ver nada; los meses carecen de visión. Lo que va a haber es caos, desorden y demás calamidades que refiere el gobernador. Esto de decir o escribir “a ver” por “haber” es un error muy frecuente que hemos advertido hasta entre servidores judiciales y varios maestros universitarios.

La honda inicia su tarea de hoy, dirige el guijarro hacia el “a ver”, cae la pieza y el primer gazapo del día es guardado en la talega.

VEHÍCULO EBRIO. Otro ejemplar del mismo periódico -que hace cinco años comenzó a publicarse con muy buena redacción y excelente ortografía-, trae una noticia sorprendente. El corresponsal de San Francisco de Campeche envía una información de la Secretaría de Seguridad Pública del vecino estado, relativa a los operativos para resguardar el orden tras el levantamiento de la ley seca.

El reportaje tiene el siguiente epígrafe: “Sólo que esté muy ebrio y sea notorio retendremos un vehículo”.

¡Atiza! ¿En Campeche circulan automotores ebrios? El informe parece confirmarlo: En palabras de un agente, “sólo que esté muy ebrio y sea notorio es que retendremos el vehículo y mandaremos a sus ocupantes al torito”.

En fin, como dice el cantar español dedicado a don Rodrigo Díaz de Vivar: “Cosas veredes, mío Cid, que farán fablar las piedras”.

Nuevamente empuñamos la resortera, lanzamos la piedra hacia el vehículo alcoholizado y una bonita pieza es guardada cuidadosamente en el morral. Con esto terminamos la cacería.

ENORME Y GRANDE. Don José Rolando Aranda Lara nos envía la publicación de un antiguo diario local, titulada: “El segundo más enorme”. La noticia se refiere al fósil de un tiranosaurio rex. Pregunta el buen amigo: ¿Debe decirse el segundo más enorme o más grande?

Los diccionarios consultados dan muchas acepciones a esas dos palabras. Enorme y grande son equivalentes y significan “de tamaño superior al normal”. En este caso debemos recurrir a la eufonía y escuchar cómo suena mejor esa expresión. Desde luego, nos inclinamos por decir “más grande”.

Hasta el próximo tirahulazo.

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