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¿ÍDOLA? Un buen amigo de esta columna, quien encarecidamente nos pide el anonimato, nos envía un ejemplar de conocido periódico editado en la capital de la República. En su primera plana el diario informa que una cantante brasileña recibió nominación para el Latin Grammy de este año, celebrado en las tierras del “chel” Trump. El encabezado de esa noticia es muy simple, sólo dice “Ídola Latina”.

Nos pregunta el anónimo batidor: ¿Es correcto decir “ídola”, o es una nueva forma del lenguaje feminista o incluyente? Desde luego, el Diccionario de la Lengua Española no registra esa palabra. Sólo reconoce “ídolo” como forma masculina. Veamos otras opiniones actualizadas.

Por vía del internet abrimos la página del Wickcionario libre. Este medio de consulta nos dice: “La palabra ídola es una forma femenina en el uso de la palabra ídolo con el sentido de ‘persona o cosa amada o admirada con exaltación’, que alterna con ídolo como común (la ídolo, el ídolo) y como masculina (el ídolo para ambos sexos). No figura en el DRAE, DEA, el Pequeño Larousse ni el Clave. En todos estos diccionarios se indica que es palabra masculina: La cantante es el ídolo de la juventud”.

Continúa el Wickcionario: “La RAE señala que ‘ídola’, morfológicamente bien formado, se usó en el español medieval y clásico, pero que no pertenece a la lengua formal en la actualidad. También indica que se documenta en algunas zonas de América y que no cabe censurar su uso”.

Entonces, la norma no valida la forma o voz “ídola” pero tampoco es censurable su uso. Como que hay una contradicción en este caso y, una vez más, la Academia se lava las manos. Al no ser censurable el uso de “ídola”, el tirahule se abstiene de intervenir. Finalmente, esta columna cree que, dado su creciente uso, con el paso del tiempo el Diccionario sí registrará esa palabra en su acepción femenina.

NUNCA NO ABREN. El mismo batidor, quien, por cierto, es ingeniero de profesión, nos envía un pleonasmo. En un diario local publicado por internet, leemos: Trabajador de una cadena de tiendas de conveniencia se vuelve “viral” al revelar por qué nunca no abren la segunda caja. ¿Nunca no abren? Aquí se emplea una palabra de más. Basta con escribir que nunca abren la segunda caja, para que se entienda cabalmente la oración. Sobra el “no”.

LÍVIDO POR LIBIDO. El batidor, ya encarrilado en la búsqueda de gazapos, en el mismo diario local publicado por internet vislumbra una noticia relacionada con la comida afrodisiaca. Según esa información, se cree que “la canela, ostras, chocolate o miel, pueden potenciar el lívido de una persona”. ¿El lívido? ¿La persona que consuma esos comestibles quedará amoratada? No, lo que sucederá es que esas comidas estimularán su libido. Esta voz grave o llana -y no esdrújula- designa el deseo sexual. El redactor ha empleado una palabra errónea.

La resortera dispara sendas pedradas; el pleonasmo y el barbarismo caen a tierra, los guardamos en el sabucán y concluye la cacería. Gracias por la colaboración, estimado ingeniero.

Hasta el próximo tirahulazo.

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